martes, 4 de diciembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Biografía / Marcha hacia Las Tunas de la columna que mandaba Calixto García



Sobre la marcha hacia Las Tunas y las peripecias vividas durante ella, dejó constancias Máximo Gómez en su Diario de Campaña:
“Emprendí marcha para las Tunas con una columna como de 300 hombres, con el tiro de la carabina algunos, y una impedimenta de más de mil almas entre niños y mujeres y gente inútil y enferma, que huyendo de la fiereza de los españoles, se amparaban en nuestras fuerzas. El camino que tenía que hacer era peligrosísimo, pues que, las columnas enemigas avanzando hacia al centro en movimientos paralelos, todo lo invadían al mismo tiempo que iban dejando establecidos sus campamentos en los puntos más importantes de recursos y de paradas. Sin embargo hice mi marcha sin novedad, valiéndome de todas las precauciones que exigía la situación para evitar un descalabro. Yo mismo, personalmente, con dos o tres hombres, iba explorando mi camino teniendo a cada instante quehacer alto para esperar que pasara el enemigo y otras veces desviar el rumbo”.
Otra vez del diario de Calixto García:
“Gómez lo mismo que yo y todos los demás oficiales, habíamos perdido nuestros caballos y no llevábamos más ropa que la puesta. En los continuos asaltos que habíamos sufrido se habían dispersado los asistentes llevándose con ellos hamacas, frazadas, etc. En dos días hicimos 30 leguas. Yo, poco acostumbrado a andar a pie, hice la última jornada con los pies despedazados, sólo me hacía caminar el instinto  de salvación pues de habernos cansado hubiera tenido que quedar a merced del enemigo por aquellos lugares.
“Por fin llegamos a la Cañada de la Piedra, campamento de Luis Figueredo”.
Diario de Máximo Gómez:
[…] al cuarto día de una marcha tan angustiosa, rendí la jornada en Laguna de Piedra, en cuyo punto tenía su campamento el General Luis Figueredo. Allí recibí algunos auxilios de éste Jefe, descansé dos días […]”
Diario de Calixto García:
“En toda esta larga retirada debimos nuestra salvación al Ciudadano Miguel Cardet, que nos sirvió de práctico y gracias a él pudimos  atravesar la línea de campamentos que tenía el enemigo para  impedirnos el paso. Este buen patriota encontró su muerte un año  después en la costa de Cauto a manos de los cubanos, por una  lamentable equivocación[1].
“Llegamos por fin a Las Tunas. Este lugar aún no había sido invadido  por el enemigo y se gozaba en él de una paz victoriana[2]. Las familias  vivían aun en sus casas como en tiempo normal y se bailaba como si no existiera la guerra. Esto era muy común en los principios de nuestra lucha en que el espíritu de localidad hacía que las fuerzas de un  distrito no salieran de él aunque fuera exterminado el vecino. Gracias  a esto pudo Valmaseda batir en detalle nuestras fuerzas. Sólo la desgracia común pudo unirnos a todos y destruir el espíritu de pueblo, pero eso no resultó hasta el 73 y aun hoy cuesta trabajo hacer salir algunas fuerzas de su zona para operar en otra, dónde el jefe cree es  más conveniente[3]. Cuántos males nos ha acarreado aquel sistema es  inútil enumerarlo, baste decir que los españoles con poco considerables  fuerzas, lograban pasearse por todo el territorio de la república sin  encontrar quien les hiciera frente de una manera formal.
Diario de Máximo Gómez:
“[…] continué mi marcha hasta las inmediaciones de las Arenas, donde hice entrega de la columna al General Vicente García, con el entonces Brigadier Calixto García a la cabeza; [mis hombres] fueron a acampar a la Herradura y yo seguí a la residencia del Gobierno, en el “Ojo del Aguade los Melones”.
Diario de Calixto García:
“Ya en las Tunas marchó Gómez para el Gobierno quedando yo con las fuerzas a las órdenes del General Vicente García[4]. Este jefe me mandó a acampar en la Herradura en cuyo lugar, y los de la Luisa y Palenque; tuve que resistir la invasión de Valmaseda sobre las Tunas.
Estaba la tropa que Gómez le había confiado a Calixto en La Lima cuando el enemigo los ataca. Es enconado el encuentro, pero el holguinero quiere y consigue sostenerse en el lugar donde debe esperar a su Jefe.
Gómez, mientras tanto, estuvo con el Gobierno dos días durante los que no le transmitieron orden importante ninguna y por eso el general se reúne con fuerzas cubanas que actuaban en los alrededores y los acompaña a hacer incursiones sobre el enemigo, luego regresa y descubriendo que hay dilación y que el Ejecutivo no termina de decidir lo que había que hacer y porque tiene noticias de que sus hombres eran atacados constantemente en La Herradura, donde los había dejado y donde lo esperaban, hace gestiones tratando de hacer que vieran lo conveniente que era que él invadiera a Jiguaní, para entonces pacificado por Valmaseda y que el General Modesto Díaz, que también estaba en Las Tunas, marchara sobre Bayamo, y más porque había desembarcado la expedición del “Anna” y con lo que trajo se habían pertrechado las tropas. Si conseguían poner en pie de lucha nuevamente a Jiguaní y Bayamo, harían fracasar el plan del principal Jefe español que lo era arrollar las fuerzas insurrectas hacia el centro de la Isla; pero, dice Máximo Gómez, “el Gobierno con su característica inercia no fue activo en sus determinaciones, y yo y el General Díaz volvimos a emprender marcha hasta fines de Febrero”.


[1] Miguel Ramón Cardet y Zayas, primo del general Julio Grave de Peralta. Fue enviado por este para entregarle parque a las fuerzas de Máximo Gómez que actuaban en la brigada oriental de Holguín mientras Grave de Peralta lo hacía en la occidental. Después de una verdadera odisea encontró a las tropas de Máximo Gómez y les sirvió  de práctico. En 1872 estando en una misión de exploración en Pedregalón del Cauto bajo las órdenes de Gómez fue confundido por sus compañeros con el enemigo y muerto. Tenía el grado  de capitán del Ejército Libertador en el momento de su fallecimiento. Este tipo de equivocación en ocasiones ocurrían pues los llamados guerrilleros utilizaban la misma indumentaria y táctica de los mambises y en ocasione lograban sorprenderlos, por lo que las fuerzas cubanas se encontraban en permanente estado de alarma y tensión.

[2] La gran ofensiva iniciada en 1869 por los españoles bajo el mando del general Blas de Villate y conocida por los mambises como Creciente de Valmaseda, se inició en Bayamo. Luego iría avanzando hacia las demás jurisdicciones hasta alcanzar la de Tunas.

[3] Es interesante como al analizar el regionalismo Calixto García hace referencia a las tropas y los intereses de los soldados de filas. Casi siempre es común en los estudios sobre el regionalismo centrar en los jefes la decisión de operar o no fuera de la comarca natal. Nunca se tiene en cuenta el papel del soldado de fila y su interacción con las decisiones de la elite.

[4] Vicente García González. Nació en Las Tunas el 23 de enero de 1833 y murió en Venezuela el 4 de marzo de 1886. Alcanzó el grado de mayor general y obtuvo relevantes éxitos militares en la guerra de 1868.

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