Por : César Hidalgo Torres
En
una larga anotación en su diario, hecha en 1874, Calixto García rememora los
trágicos acontecimientos ocurridos durante su marcha a Las Tunas, por orden del
General Máximo Gómez.
“En
la tarde de este día recibí una orden de Gómez en que me mandaba que me incorporara a él, pues había recibido
comunicación del Gobierno en la que se le llamaba a las Tunas para recibir
parque de la expedición "Anna"[1]
que acababan de hacer su alijo con felicidad. Esta nueva, como era de esperar, me causó una inmensa alegría,
pues nos sacaba de la angustiosa
posición en que nos encontrábamos y nos ponía con estado de poder resistir al
enemigo. Me preparé pues para la marcha para Tacámara donde estaba Gómez. En
aquellos momentos una nueva columna enemiga se presenta y llega hasta nuestra
avanzada y nos impide hacer provisiones
para la marcha.
“Al
oscurecer una horrorosa tormenta se desata, la que nos hizo pasar una noche de perros; acurrucados más de 80
hombres en un pequeño rancho sin poder
movernos.
Ejército Libertador cubano |
“No
bien amaneció emprendí la marcha atravesando la gran montaña que divide a Santa Cruz del Sitio y con más
de 50 familias a la cola que me suplicaban que no las abandonase. Llegué al
Sitio y lo encontré ocupado por el
enemigo, por lo cual volví a echarme a rumbo, buscando la vereda que de este punto conduce a
Tacámara. Nueva pérdida tuve en la travesía teniendo que acampar al oscurecer
sin saber dónde me hallaba.
“Amanecido
continué mi marcha. Logramos encontrar el camino que buscaba, el que tomé haciendo rumbo a
Tacámara. No había andado por él media legua cuando me encontré a las dos
hermanas de Gómez, Chucha y Regina[2].
Estas me informaron que Gómez las mandaba a presentar a los godos por serle
imposible conducirlas al Camaguey[3]
(para donde ya había marchado) por estar una de ellas sin poder caminar.
También me dijeron que me retirara pronto pues ellas habían mandado al
Campamento español del Sitio a avisar que las mandaran a buscar pues querían
presentarse y que esperaban la tropa por momentos. Amargos momentos fueron
aquellos. Yo también dejaba mis hermanas[4]
escondidas en un monte sin tener el triste consuelo de darles el último adiós,
sin saber si vivían o habían perecido de hambre y casi con la seguridad de no
volver a verlas más. Di un abrazo a estas buenas amigas y continué mi marcha
siguiendo el rastro que dejaba la fuerza que llevaba Gómez. Este había salido
en la madrugada de aquel lugar, por lo que precipité mi marcha para alcanzarlo.
Como a las once del día atravesé por al lado del Cuartel que tenían los godos
en San Francisco y a la vista de sus avanzadas, estas me hicieron fuego que no
pude contestar por no tener más parque que el tiro de la carabina y muchas de
estas no daban fuego, mojadas como estaban con el aguacero del día anterior.
“Poco
después hice alto y llamé las familias a las que hice comprender que era
necesario se presentaran, pues poca protección podía yo brindarles con mi
desmoralizada fuerza y sin pertrechos[5].
Tras mucho trabajo logré se separaran de nosotros y continué mi marcha más
desembarazado, logrando unirme a Gómez en la tarde de aquel día”.
[1] La expedición del Anna desembarco
en la noche del 19 al 20 de enero de 1870 entre Nuevas Grandas y Manatí. El jefe
militar era Melchor Agüero y el jefe de mar Francisco Javier Cisneros. Traía
1260 fusiles de diferentes tipos, dos cañones, parque para estas armas y otros
equipos necesarios para la vida en campaña. Los importante de esta expedición no fue solo los medios
bélicos que llevó a los mambises sino que arribó en un momento crítico de la
revolución cuando
se
desarrollaba la gran ofensiva española dirigida por el conde de Valmaseda.
[2] Máximo Gómez llego a Cuba
procedente de República Dominicana con sus dos hermanas y la madre de los tres.
Esta última falleció antes de iniciarse la
guerra de 1868. Las dos hermanas lo acompañaron en la campaña.
[3] Los mambises consideraban como un
lugar seguro para trasladar a sus familias a la jurisdicción de Camagüey donde
todavía en 1869 la ofensiva no había llegado con toda la intensidad como en
Oriente. Pero esta situación muy pronto cambió con la intensificación de las
operaciones allí.
[4] Las hermanas de Calixto eran
Rosario, Leonor, Mercedes y Concepción García Iñiguez. Al estallar la guerra
ellas se unieron a la revolución y marcharon al campo insurrecto cuando se
desató la gran ofensiva de Valmaceda. Fueron hechas prisioneras en 1870 por una
columna española en la jurisdicción de Holguín y trasladadas a esa población.
[5] Según testimonio de Enrique Collazo
esas familias se negaron a entregarse y
regresaron con los insurrectos.
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