martes, 4 de diciembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Biografía / Gómez nombra a Calixto al frente de la zona de Jiguaní y otro suceso, este desgraciado, que le aconteció antes de comenzar sus operaciones



En los meses de abril y mayo de 1870 otra vez las tropas del general Máximo Gómez acompañado del Brigadier Calixto García invaden Jiguaní arrasando el territorio que Valmaseda creía pacificado. 
En uno de esos ataques le ocurre a García un percance desgraciado. Dice Gómez: “una fuerza enemiga trató de recoger ganados en los alrededores de la población, mandé al Brigadier García a impedirlo, hubo algún fuego y éste Jefe salió herido en un brazo”
Después aconteció la desgracia que en 26 de junio de 1870 murió a causa de fiebres malignas el Mayor General Donato Mármol. A Máximo Gómez lo nombran en sustitución del difunto, Jefe del Distrito de Santiago de Cuba.
Dice Gómez en su diario:
“Cuando me hice cargo del destino no existía parque y la División en la más completa desorganización. Las fuerzas de que se componía, eran las siguientes:
“Coronel Jesús Pérez: 300 hombres
“Teniente Coronel Maceo: 187 hombres
“Pineda: 150 hombres
“Pacheco: 87 hombres
“Camilo Sánchez: 112 hombres
“Total: 841 hombres
“Pero estas [más que agrupaciones para el combate] eran partidas que organicé, primero por compañías y luego por batallones [escogiendo a sus jefes por su antigüedad en la revolución]: Pérez al frente del Primer Batallón; Sánchez del Segundo Batallón; Borrero del Tercer Batallón; Maceo del Cuarto Batallón; Moncada del Quinto Batallón y Prado del Sexto”.

Mientras Gómez reorganiza la zona de Santiago de Cuba, el Brigadier García quedó al frente de Jiguaní, acampada la tropa y su Jefe haciendo reposo por la herida que recibió. En carta escrita posteriormente narró Calixto que “fue asaltada la casa donde me hallaba curándome la herida, por la partida de Lolo Benítez. Pero, avisado, me trasladé momentos antes de la ocurrencia. Burlado, el enemigo desahogó su ira asesinando a Felipita Mora y cinco hijos, el mayor de ocho años, y a una anciana de 70, y seis niños, nietos de esta última”.
Para denunciar esa sucia acción, Calixto García escribió una carta narrando los hechos, y la envió al periódico “La Revolución”, Nueva York que la publicó en 24 de septiembre de 1870 (Leer +)

Calixto García Iñiguez - Biografía / Nueva invasión a Bayamo y Jiguaní



En su diario hizo Calixto García una larga anotación el 11 de marzo de 1874 rememorando acciones pasadas. Dice que en marzo de 1870:
“Al fin recibí orden de Gómez en la que me hacía saber ordenaba el Gobierno ayudáramos al General Modesto Díaz[1], que iba a invadir a Bayamo. Nosotros debíamos hacerlo por Jiguaní, por lo que emprendí marcha a reunirme a Gómez, que me citaba para Naranjo. Yo creí que la desgracia se había cansado de perseguirme, pero pronto me convencí de lo contrario. No bien llegué a Naranjo cuando el cólera se declaró en mi columna. Los casos se sucedían y la muerte del atacado era infalible, pues no teníamos médico ni medicinas siquiera para controlar la epidemia. Los muchos remedios que empleábamos eran la hoja de salvia y la cáscara de guayaba. Va un ejemplo de nuestro sistema médico: 
“El Capitán Limbano Sánchez tenía un miedo cerval a la epidemia y para mantener en salud su compañía la formaba por la mañana y la tarde, y hacía hervir mucha hoja de salvia en una paila de cocer guarapo y quieras o no les propinaba a cada soldado una o dos jiquaras[2] que contenía cada una lo menos una botella de aquel infernal especifico. Inútil creo decir que muchos salían de la formación echando las tripas y a veces se presentaban vómitos coléricos que pronto conducían a la sepultura al desventurado paciente.
“Al fin el cólera se cansó de matar y pude continuar mi marcha, no sin  presentarse casos de vez en cuando hasta que entramos en la  jurisdicción de Jiguaní”.


[1] Modesto Díaz Álvarez.  Nació en República Dominicana en 1826 y murió en ese país el 28 de agosto de 1892. Se trasladó a Cuba en 1865 al concluir la guerra de Restauración como partes de las reservas dominicanas del ejército español. En 1868 se unió a las fuerzas liberadoras y combatió hasta el final de la guerra.

[2] Debía decir: Jícaras. Vasija rústica hecha con el fruto de la Guira.

Calixto García Iñiguez - Biografía / Marcha hacia Las Tunas de la columna que mandaba Calixto García



Sobre la marcha hacia Las Tunas y las peripecias vividas durante ella, dejó constancias Máximo Gómez en su Diario de Campaña:
“Emprendí marcha para las Tunas con una columna como de 300 hombres, con el tiro de la carabina algunos, y una impedimenta de más de mil almas entre niños y mujeres y gente inútil y enferma, que huyendo de la fiereza de los españoles, se amparaban en nuestras fuerzas. El camino que tenía que hacer era peligrosísimo, pues que, las columnas enemigas avanzando hacia al centro en movimientos paralelos, todo lo invadían al mismo tiempo que iban dejando establecidos sus campamentos en los puntos más importantes de recursos y de paradas. Sin embargo hice mi marcha sin novedad, valiéndome de todas las precauciones que exigía la situación para evitar un descalabro. Yo mismo, personalmente, con dos o tres hombres, iba explorando mi camino teniendo a cada instante quehacer alto para esperar que pasara el enemigo y otras veces desviar el rumbo”.
Otra vez del diario de Calixto García:
“Gómez lo mismo que yo y todos los demás oficiales, habíamos perdido nuestros caballos y no llevábamos más ropa que la puesta. En los continuos asaltos que habíamos sufrido se habían dispersado los asistentes llevándose con ellos hamacas, frazadas, etc. En dos días hicimos 30 leguas. Yo, poco acostumbrado a andar a pie, hice la última jornada con los pies despedazados, sólo me hacía caminar el instinto  de salvación pues de habernos cansado hubiera tenido que quedar a merced del enemigo por aquellos lugares.
“Por fin llegamos a la Cañada de la Piedra, campamento de Luis Figueredo”.
Diario de Máximo Gómez:
[…] al cuarto día de una marcha tan angustiosa, rendí la jornada en Laguna de Piedra, en cuyo punto tenía su campamento el General Luis Figueredo. Allí recibí algunos auxilios de éste Jefe, descansé dos días […]”
Diario de Calixto García:
“En toda esta larga retirada debimos nuestra salvación al Ciudadano Miguel Cardet, que nos sirvió de práctico y gracias a él pudimos  atravesar la línea de campamentos que tenía el enemigo para  impedirnos el paso. Este buen patriota encontró su muerte un año  después en la costa de Cauto a manos de los cubanos, por una  lamentable equivocación[1].
“Llegamos por fin a Las Tunas. Este lugar aún no había sido invadido  por el enemigo y se gozaba en él de una paz victoriana[2]. Las familias  vivían aun en sus casas como en tiempo normal y se bailaba como si no existiera la guerra. Esto era muy común en los principios de nuestra lucha en que el espíritu de localidad hacía que las fuerzas de un  distrito no salieran de él aunque fuera exterminado el vecino. Gracias  a esto pudo Valmaseda batir en detalle nuestras fuerzas. Sólo la desgracia común pudo unirnos a todos y destruir el espíritu de pueblo, pero eso no resultó hasta el 73 y aun hoy cuesta trabajo hacer salir algunas fuerzas de su zona para operar en otra, dónde el jefe cree es  más conveniente[3]. Cuántos males nos ha acarreado aquel sistema es  inútil enumerarlo, baste decir que los españoles con poco considerables  fuerzas, lograban pasearse por todo el territorio de la república sin  encontrar quien les hiciera frente de una manera formal.
Diario de Máximo Gómez:
“[…] continué mi marcha hasta las inmediaciones de las Arenas, donde hice entrega de la columna al General Vicente García, con el entonces Brigadier Calixto García a la cabeza; [mis hombres] fueron a acampar a la Herradura y yo seguí a la residencia del Gobierno, en el “Ojo del Aguade los Melones”.
Diario de Calixto García:
“Ya en las Tunas marchó Gómez para el Gobierno quedando yo con las fuerzas a las órdenes del General Vicente García[4]. Este jefe me mandó a acampar en la Herradura en cuyo lugar, y los de la Luisa y Palenque; tuve que resistir la invasión de Valmaseda sobre las Tunas.
Estaba la tropa que Gómez le había confiado a Calixto en La Lima cuando el enemigo los ataca. Es enconado el encuentro, pero el holguinero quiere y consigue sostenerse en el lugar donde debe esperar a su Jefe.
Gómez, mientras tanto, estuvo con el Gobierno dos días durante los que no le transmitieron orden importante ninguna y por eso el general se reúne con fuerzas cubanas que actuaban en los alrededores y los acompaña a hacer incursiones sobre el enemigo, luego regresa y descubriendo que hay dilación y que el Ejecutivo no termina de decidir lo que había que hacer y porque tiene noticias de que sus hombres eran atacados constantemente en La Herradura, donde los había dejado y donde lo esperaban, hace gestiones tratando de hacer que vieran lo conveniente que era que él invadiera a Jiguaní, para entonces pacificado por Valmaseda y que el General Modesto Díaz, que también estaba en Las Tunas, marchara sobre Bayamo, y más porque había desembarcado la expedición del “Anna” y con lo que trajo se habían pertrechado las tropas. Si conseguían poner en pie de lucha nuevamente a Jiguaní y Bayamo, harían fracasar el plan del principal Jefe español que lo era arrollar las fuerzas insurrectas hacia el centro de la Isla; pero, dice Máximo Gómez, “el Gobierno con su característica inercia no fue activo en sus determinaciones, y yo y el General Díaz volvimos a emprender marcha hasta fines de Febrero”.


[1] Miguel Ramón Cardet y Zayas, primo del general Julio Grave de Peralta. Fue enviado por este para entregarle parque a las fuerzas de Máximo Gómez que actuaban en la brigada oriental de Holguín mientras Grave de Peralta lo hacía en la occidental. Después de una verdadera odisea encontró a las tropas de Máximo Gómez y les sirvió  de práctico. En 1872 estando en una misión de exploración en Pedregalón del Cauto bajo las órdenes de Gómez fue confundido por sus compañeros con el enemigo y muerto. Tenía el grado  de capitán del Ejército Libertador en el momento de su fallecimiento. Este tipo de equivocación en ocasiones ocurrían pues los llamados guerrilleros utilizaban la misma indumentaria y táctica de los mambises y en ocasione lograban sorprenderlos, por lo que las fuerzas cubanas se encontraban en permanente estado de alarma y tensión.

[2] La gran ofensiva iniciada en 1869 por los españoles bajo el mando del general Blas de Villate y conocida por los mambises como Creciente de Valmaseda, se inició en Bayamo. Luego iría avanzando hacia las demás jurisdicciones hasta alcanzar la de Tunas.

[3] Es interesante como al analizar el regionalismo Calixto García hace referencia a las tropas y los intereses de los soldados de filas. Casi siempre es común en los estudios sobre el regionalismo centrar en los jefes la decisión de operar o no fuera de la comarca natal. Nunca se tiene en cuenta el papel del soldado de fila y su interacción con las decisiones de la elite.

[4] Vicente García González. Nació en Las Tunas el 23 de enero de 1833 y murió en Venezuela el 4 de marzo de 1886. Alcanzó el grado de mayor general y obtuvo relevantes éxitos militares en la guerra de 1868.

Calixto García Iñiguez - Biografía / Calixto García rememora su marcha desde Holguín a Las Tunas por órden de Máximo Gómez


Por : César Hidalgo Torres


En una larga anotación en su diario, hecha en 1874, Calixto García rememora los trágicos acontecimientos ocurridos durante su marcha a Las Tunas, por orden del General Máximo Gómez.
“En la tarde de este día recibí una orden de Gómez en que me mandaba  que me incorporara a él, pues había recibido comunicación del Gobierno en la que se le llamaba a las Tunas para recibir parque de la expedición  "Anna"[1] que acababan de hacer su alijo con felicidad. Esta nueva, como  era de esperar, me causó una inmensa alegría, pues nos sacaba de la  angustiosa posición en que nos encontrábamos y nos ponía con estado de poder resistir al enemigo. Me preparé pues para la marcha para Tacámara donde estaba Gómez. En aquellos momentos una nueva columna enemiga se presenta y llega hasta nuestra avanzada y nos impide  hacer provisiones para la marcha. 
“Al oscurecer una horrorosa tormenta se desata, la que nos hizo pasar  una noche de perros; acurrucados más de 80 hombres en un pequeño  rancho sin poder movernos.
Ejército Libertador cubano
“No bien amaneció emprendí la marcha atravesando la gran montaña  que divide a Santa Cruz del Sitio y con más de 50 familias a la cola que me suplicaban que no las abandonase. Llegué al Sitio y lo encontré  ocupado por el enemigo, por lo cual volví a echarme a rumbo, buscando  la vereda que de este punto conduce a Tacámara. Nueva pérdida tuve en la travesía teniendo que acampar al oscurecer sin saber dónde me  hallaba. 
“Amanecido continué mi marcha. Logramos encontrar el camino que  buscaba, el que tomé haciendo rumbo a Tacámara. No había andado por él media legua cuando me encontré a las dos hermanas de Gómez, Chucha y Regina[2]. Estas me informaron que Gómez las mandaba a presentar a los godos por serle imposible conducirlas al Camaguey[3] (para donde ya había marchado) por estar una de ellas sin poder caminar. También me dijeron que me retirara pronto pues ellas habían mandado al Campamento español del Sitio a avisar que las mandaran a buscar pues querían presentarse y que esperaban la tropa por momentos. Amargos momentos fueron aquellos. Yo también dejaba mis hermanas[4] escondidas en un monte sin tener el triste consuelo de darles el último adiós, sin saber si vivían o habían perecido de hambre y casi con la seguridad de no volver a verlas más. Di un abrazo a estas buenas amigas y continué mi marcha siguiendo el rastro que dejaba la fuerza que llevaba Gómez. Este había salido en la madrugada de aquel lugar, por lo que precipité mi marcha para alcanzarlo. Como a las once del día atravesé por al lado del Cuartel que tenían los godos en San Francisco y a la vista de sus avanzadas, estas me hicieron fuego que no pude contestar por no tener más parque que el tiro de la carabina y muchas de estas no daban fuego, mojadas como estaban con el aguacero del día anterior.
“Poco después hice alto y llamé las familias a las que hice comprender que era necesario se presentaran, pues poca protección podía yo brindarles con mi desmoralizada fuerza y sin pertrechos[5]. Tras mucho trabajo logré se separaran de nosotros y continué mi marcha más desembarazado, logrando unirme a Gómez en la tarde de aquel día”.


[1] La expedición del Anna desembarco en la noche del 19 al 20 de enero de 1870 entre Nuevas Grandas y Manatí. El jefe militar era Melchor Agüero y el jefe de mar Francisco Javier Cisneros. Traía 1260 fusiles de diferentes tipos, dos cañones, parque para estas armas y otros equipos necesarios para la vida en campaña. Los importante  de esta expedición no fue solo los medios bélicos que llevó a los mambises sino que arribó en un momento crítico de la revolución cuando
se desarrollaba la gran ofensiva española dirigida por el conde de Valmaseda.

[2] Máximo Gómez llego a Cuba procedente de República Dominicana con sus dos hermanas y la madre de los tres. Esta última falleció antes de iniciarse la  guerra de 1868. Las dos hermanas lo acompañaron en la campaña.

[3] Los mambises consideraban como un lugar seguro para trasladar a sus familias a la jurisdicción de Camagüey donde todavía en 1869 la ofensiva no había llegado con toda la intensidad como en Oriente. Pero esta situación muy pronto cambió con la intensificación de las operaciones allí.

[4] Las hermanas de Calixto eran Rosario, Leonor, Mercedes y Concepción García Iñiguez. Al estallar la guerra ellas se unieron a la revolución y marcharon al campo insurrecto cuando se desató la gran ofensiva de Valmaceda. Fueron hechas prisioneras en 1870 por una columna española en la jurisdicción de Holguín y trasladadas a esa población.

[5] Según testimonio de Enrique Collazo esas familias  se negaron a entregarse y regresaron con los insurrectos.