Por: César Hidalgo Torres
Tenía
21 años Calixto García cuando perdió la tienda de Bayamo que había sido de su
tío; y decide ir a La Habana por primera vez.
Campo de Marte, La Habana |
Dice
Casasús, biógrafo del General:
“En La Habana el joven ve en el Campo de Marte a las tropas que España mantiene en Cuba, haciendo ejercicios. Con la admiración de quien tiene gusto, contempla las preciosas puertas de acceso al vasto paralelogramo, que llevan grabados nombres de personajes españoles; pero lo que más le gusta es la sencilla fuente de La India, cargada de pureza, cubanidad y sabor autóctono.“Afirma don Francisco de Paula Coronado, en trabajo publicado en el periódico La Discusión de 13 de febrero de 1899 que en La Habana, Calixto pensó hacerse abogado, pero esa hipótesis que también repite el historiador Gerardo Castellanos, no la hemos podido confirmar a pesar de prolijas investigaciones en los institutos habaneros y en la Universidad.“El coronel Cosme de la Torriente, que fue secretario y hombre de confianza del general, nos refiere que él le había hablado de ese viaje y que el motivo fue ver si se dedicaba al comercio o estudiaba una carrera universitaria.“Nosotros podemos afirmar que Calixto García no realizó estudios universitarios y que tampoco cursó en esta Isla la segunda enseñanza, a pesar de que su familia tenía rentas suficientes para mandarle a estudiar; circunstancias ignoradas frustraron su noble apetito de superación académica.
No
obstante el célebre historiador Emilio Roig de Leushering dijo que desde niño
Calixto estuvo inclinado a los estudios y que era de vivísima inteligencia, y
tanto, afirmó, que puede considerársele uno de los más culto e ilustrado de
nuestros grandes caudillos.
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Carlos,
el hijo del general, escribió: “Papá cantaba lo mejor que podía, que no era
mucho, e improvisaba en los jolgorios que se organizaban en los campamentos:
Tres
cosas hay en mi Cuba
Que
las tengo en mi memoria:
El
boniato, el tasajo
Y
los ojazos de Gloria.
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Fuente de La India, Campo de Marte, La Habana
“Pronto el joven provinciano de visita en La Habana, siente nostalgia de su terruño y decide regresar. En la casa consignataria separa pasaje para Trinidad en los barcos que hacen la travesía por la costa sur de Cuba, entre Batabanó y Santiago.
“Muy temprano, en el tren de las cinco y cuarenta y cinco de la mañana, deja La Habana y sale hacia el embarcadero. A las nueve está a bordo del buque que le lleva, en delicioso paseo marítimo por ese jardín de cayos de la costa Sur de Cuba.“Corta es su estancia en Trinidad, donde trabajó en comercios de amigos de sus padres. Vuelve al solar oriental”.
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