En:
“Documentos para servir a la historia de la Guerra Chiquita” (Archivo Leandro
Rodríguez). Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, La Habana, 1949, tomo I, pág. 68
Ramón Leocadio Bonachea |
Comité
Revolucionario Cubano
Distinguido
compatriota:
Cuando
la patria impulsada por los traidores se precipita a un abismo de degradación y
miseria, un jefe de dignidad y patriotismo la ha sujetado[1],
dejando que en él se sepultaran los parricidas que quisieron consumar tan
nefando crimen.
Este
jefe, General, es Ud. a quien la patria hoy dirige una expresiva mirada de
profunda gratitud, y a quien yo, con gran satisfacción congratulo por la
heroica y noble acción que ha asumido.
He
sido enterado por mis agentes en la Habana que hay quien pretende hacer desviar
a Ud. de la gloriosa senda que con tanto heroísmo se ha propuesto seguir.
Cumpliendo con un deber de patriota y de conciencia al mismo tiempo, permítame
Ud. que le diga que habiéndose Ud.colocado en el puesto en que se ha colocado,
debe de morir antes que rendirse al enemigo.
Dentro
de muy poco tiempo, la guerra general en Cuba será un hecho, y casi tengo la
seguridad que, en esa ocasión, nuestros recursos serán inmensos.
Conviene,
mientras tanto, que Ud. se mantenga firme
sobre las armas. Que no comprometa acciones de ningún género, a no ser
que se vea obligado a ellas por la persecución del enemigo. De ningún modo y
bajo ninguna circunstancia, debe de tender a la destrucción de propiedades, a
no ser que las necesidades de la guerra le obligasen a hacerlo, pues solo para
el sostenimiento de su gente deberá tomar lo que fuera estrictamente necesario.
Toda su atención debe concentrarse a aumentar y organizar sus fuerzas, para lo
cual enviará a menudo oficiales de toda confianza e idoneidad a distintos
puntos de donde crea pueda sacar gente armada que se incorporen a sus filas.
Por
mi parte inmediatamente daré orden para que le protejan de la manera más eficaz
posible.
Trate
de ponerse en comunicación con este centro.
Con
la mayor consideración y respeto.
P.
y L
New
York Noviembre 12 de 1878
PD:
Como
sus comunicaciones con este Centro no pueden ser tan rápidas como sería de
desear, y a fin de que los valientes patriotas que le acompañan no sufran
retardo en recibir el premio a que sus servicios le hacen acreedores, queda Ud.
facultado para conceder empleos a las fuerzas a sus órdenes y sobre el campo de
batalla hasta la categoría de Tte. Coronel, dando cuenta a este Comité para
recibir los correspondientes diplomas.
El
Presidente del Comité Revolucionario Cubano, haciendo uso de las facultades que
por dicho Comité está investido, en atención a los patrióticos antecedentes que
distinguen a Ud., así como a los servicios que voluntaria y espontáneamente se
compromete Ud. a prestar a la causa de la independencia de Cuba, tiene a bien
otorgarle el grado de................................................ de las
fuerzas que Ud. reúna; para lo cual se le expide la presente a fin de que se le
guarden y hagan guardar las consideraciones y preeminencias que a su categoría
pertenecen.
Dado
en New York.
El
Presidente.
[1] La
capitulación del Zanjón, en febrero de 1878, sorprendió al teniente coronel
Bonachea en Camagüey, donde operaba con poco menos de 100 hombres. Pronto el
patriota se internó en Las Villas, una región que se consideraba pacificada, y
su presencia, lógicamente, provocó la alarma entre los peninsulares y la
esperanza entre los cubanos que no veían con buenos ojos el fin de la guerra. A
fines de febrero el Comité Revolucionario de Nueva York tenía conocimiento de
que en Las Villas un oficial de la caballería camagüeyana, mantenía viva la
guerra y por eso Calixto le escribe y lo insta a continuar su actividad y lo
ascendió al grado inmediato superior. Sin embargo intereses de cubanos en Cuba
deseaban deshacerse del patriota para ser ellos los que mandaran la próxima
contienda y por eso las comunicaciones de Calixto no le llegaron jamás a
Bonachea sino hasta que aquel había depuesto las armas.
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