Por: César Hidalgo Torres
En
Arroyo Hondo, paraje inmediato a Jiguaní, doña Lucía poseía un tejar que
consiste en hornos, pira, casa de oficio y demás enseres, con siete caballerías
de tierras propias, siete yuntas de bueyes, dos carretas, tres caballos de
sillas y tres de cargasy dos esclavos nombrados uno Olegario y el otro Serapio.
Para
que lo administre, Cía pone la propiedad en manos de su hijo.
Las
crónicas orales que conserva la tradición cuentan que el joven administrador de
tejar vestía atildadamente y que se destacaba como buen bailador y amante
apasionado de la música, de ahí que con frecuencia fuera a Jiguaní, donde
estaba la casona familiar, a participar en las fiestas que se organizaban.
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