Por: César Hidalgo Torres
En
agosto de 1869 Calixto García llega a la jurisdicción de Holguín acompañando a su Jefe Máximo Gómez. Una vez en ese lugar se reune nuevamente con familia y conoce al nuevo hijo que le ha nacido.
El
general Enrique Collazo dejó escrito:
“Llegaba yo a Camazán una mañana a ponerme a las órdenes del jefe
insurrecto recién llegado [se refiere a Máximo Gómez]. Allí un oficial al frente de un grupo (…) Era Calixto García un
arrogante mozo. Su elevada estatura, sus modales finos, su conversación
abundante y jovial así como su fisonomía simpática. De buenas facciones, a
las que daba aire militar su ancho bigote, corrido hasta la cara. Vestía
pantalón de dril crudo; sobre su blanca camisa una chaqueta de sarga gris. Del
hombro, pendiente por un cordón grueso de seda de dos colores, llevaba un
cuerno de caza a guisa de corneta; altas botas de búfalo y un buen jipi–japa
completaban su atavío.
(…)
Tenía aficiones poéticas y solía reunirse a su Estado Mayor y entablar
entretenidas charlas en las que no faltaban las improvisaciones,
regularmente, décimas con pie forzado (…)
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