Por: César Hidalgo Torres
Santiago
García y su sobrino, el joven Calixto, llegan a un burdel. Lo primero que ven,
al entrar, es a Céspedes que sube una escalera, llevando una hermosa prostituta
del brazo. Doblan por un pasillo y desaparecen.
Bayamo, fotografía antigua |
Carlos,
el hijo del General, escribió que su padre les contaba a los hijos varones que
vista desde el trasiego del día, la casa donde las meretrices de Bayamo servían
a sus clientes parecía más una sacristía o una casa de amparo.
Una
matrona atiende a Santiago con familiaridad. Él la secretea, ella examina a
Calixto como mismo un científico en un gabinete de física; después llama a una
de las mujeres que está desocupada.
Llevado
por la meretriz, Calixto va en la misma dirección que antes Céspedes. Atrás
quedan unos parroquianos borrachos, escandalizando hasta donde lo permite la
dueña.
Y
transcurre el tiempo prudencial que necesita el aprendizaje del disfrute
carnal. Por la escalera que usaron para subir, bajan Céspedes correctamente
vestido y Calixto desgreñado, arreglándose la ropa. El joven mira al otro con
cara abochornada. Céspedes, divertido y entendiéndolo.
—
Un día vencerás las dudas y contradicciones
que un lugar como este provoca en la conciencia.
Abajo
crece el escándalo del borracho y sus acompañantes. Calixto va adonde lo espera
su tío. Céspedes se les acerca a los que vociferan. Los amigos del borracho
viejo intentan hacerlo entrar en razones para que no vocifere.
— Bolívar tenía más cojones que
corazón. Pelée bajo sus órdenes y con estas mismas manos que ahora sostienen el
aguardiente, descabecé a un centenar de imperiales en el sitio de Ayacucho. ¡Maldita
sea España! (A CESPEDES QUE YA ESTA A SU LADO) Usté, Licenciado, ¿sabe de quién
hablo?
— De un hombre que era lo
suficientemente cuerdo como para no meter la cabeza en la boca del león.
Hablando como habla se pone en peligro y también peligran sus cercanos. Hay
muchas maneras de descabezar imperiales, amigo, dice Céspedes y se marcha.
También
se marchan Santiago y el sobrino.
(Esta
escena es muy semejante, tanto que casi se podría tomar por un plagio, a otra aparecida
en la interesante biografía de Carlos Manuel escrita por Evelio Traba y
recientemente publicada)
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