lunes, 3 de diciembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Biografía / La primera carga al machete



Por: César Hidalgo Torres
La columna mandada por el coronel Demetrio Quirós Weyler y que peligrosamente iba en marcha hacia Bayamo había salido de La Habana hacia Santiago de Cuba al estallar la revolución en 10 de octubre y era superior en todo a las fuerzas cubanas: la integraban 700 hombres y una pieza de artillería de montaña. 
Acampados como estaban en Baire, dos eran los caminos que podían tomar para ir a Jiguaní, por ello Mármol ubico en uno de los posibles rumbos a  Calixto García y en el otro a Máximo Gómez. Los revolucionarios no tenían otra como no fuera esperar.

Estaba Gómez en los Pinos de Baire, emboscado. Dice Collazo que sus órdenes fueron terminantes: “nadie haga fuego hasta que yo de la orden”.

Seis días después Quirós se puso en marcha tomando el camino en el que lo esperaba Máximo Gómez. Iba el enemigo en correcta formación; de pronto el general Gómez se incorporó, machete en mano, saltando al camino y cayendo sobre los desprevenidos soldados, a la vez que gritó “Al Machete”. Su gente secundó al dominicano bravamente y, con rapidez inaudita, se lanzaron sobre la tropa española que se desorganizó. El enfrentamiento fue cuerpo a cuerpo, el enemigo retrocede primero y huye después. Con su centro y retaguardia logra Quirós marcharse, acosado por los noveles soldados cubanos que, entusiasmados por el éxito, lo persiguen sin cesar, obligándole a buscar refugio en la Venta de Casanova, donde se encierran y así se mantienen hasta la noche en que un práctico cubano los guía burlando los españoles a los cubanos que los esperaban en las afueras del pueblo. Desorganizado y maltrecho llega Quirós a Santiago de Cuba solamente acompañado por dos terceras partes de sus hombres.

Armando García Menocal, Carga al machete (boceto) (El pintor participó en la guerra en 1895)
Después el general Máximo Gómez hizo otros mil y un aportes a la causa de Cuba, pero si no hubiera peleado nunca más ya habría bastado aquel combate para estar inscripto en el más alto sitio del altar de Cuba, sobre todo porque fue entonces cuando el machete de la Revolución se convirtió en arma para obtener la independenciade la Isla.

Tal efecto causó el machete que al museo de artillería de Madrid llevaron los  una carabina con el cañón y la caja destrozados de un machetazo. El parte del jefe español deja ver el pánico indescriptible de la tropa: “yo los vi, excelentísimo señor, machete en mano por espacio de tres cuartos de hora”.

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