Por: César Hidalgo Torres
El
joven matrimonio integrado por don Ramón García y doña Lucía Iñiguez se movía indistintamente
entre la villa de Jiguaní y la ciudad de Holguín porque en ambos lugares tenían
propiedades que atender y negocios que concertar.
Fue
en 1839, a principios del mes de julio. Salieron de Jiguaní cuando aún no
amanecía. Viajaban en un silencio total, que solo era roto cuando el fiel
palafrenero y custodio azuzaba los caballos que tiraban de la carreta en la que
viajaba una matrona joven con ocho meses de su segundo embarazo y una criadilla
simpática y asustadiza: Doña Lucía Iñiguez Landín vino a Holguín a parir cerca
de sus familiares a su segundogénito[1].
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(El diálogo siguiente es de ficción, pero cree el autor de este blog que pudo ocurrir en la real realidad)
IGNACIA: Mi ama, ¿por qué su suegro se fue del país donde hizo fortuna?
LUCIA: Porque su bando perdió la guerra.
IGNACIA: ¿Es verdad que cuando ese señor Bolívar ganó ya no hubo esclavos?
LUCIA: ¿Te gustaría ser libre, Ignacia?
IGNACIA: Hombe que sí. Pero en esta isla no hay ningún Bolívar.
LUCIA: ¡Ay…!!!!
IGNACIA: ¿Qué…?
LUCIA: Una patadita…
IGNACIA: Ese que está creciendo en sus tripitas va a ser varón, mi ama. ¿Por qué me mira como quien no cree lo que está oyendo? Va a ser varón…
LUCIA: ¿Eres adivina?
IGNACIA: Yo lo sé porque se le ancharon las caderas. ¿Le va a poner Ramón como el padre? No lo haga, para que el vejigo no le vaya a salir lelo.
LUCIA: ¿Cómo te gustaría que se llame si nace varón?
IGNACIA: Calixto, como el abuelo.
LUCIA: Pero eres tú la que dice que mi suegro truena más que en los aguaceros de mayo. ¿Y si este muchacho me sale peleonero como el abuelo?
IGNACIA: Más que al padre, yo quiero que se parezca al abuelo, que cuando aquel acontecimiento del que usted no quiere que yo hable, se atrevió salir a las calles de Holguín diciendo sin miedo que se había acabado la esclavitud y que ahora todo somo iguale.
…………
IGNACIA: Mi ama dona Lucía… ¿Cómo es que su suegro estaba de parte de los españoles en la Venezuela y en Cuba está en contra?
LUCIA: Calla lengüilarga, que te pueden oír. Mi suegro no está en contra de que Cuba sea española. Lo que él quiere es que el gobierno en la Isla sea más blando.
Quería don Calixto García de Luna Izquierdo que se instaurara un gobierno en todo el imperio regido por las leyes aprobadas por una representación del pueblo, como lo hacían los franceses después de su revolución; y no un gobierno que actuara en dependencia de los caprichos de un monarca… porque así creía suprimió una parte de su segundo apellido, que era de Luna Izquierdo, porque le sonaba a rancia nobleza. Desde entonces firmó Calixto García Izquierdo.
IGNACIA: ¿Y no sería porque fue ese el brazo que le cortaron? Si en el apellido lleva el izquierdo, ya no le falta el brazo…¿Se puso brava por lo que dije, mi ama???
LUCIA: Sí.
IGNACIA: Entonceusté que tanto quiere a don Calixto y lo defiende siempre, dígame por qué vino pa Cuba trayendo a los tres varones que tenía y dejó allá a la esposa y a las hijas.
LUCIA: No lo sé Ignacia.
IGNACIA: ¿Le va a poner Calixto a su hijito, mi ama?
LUCIA: Primero tenemos que esperar que nazca, para saber si es varón, porque sería extraño que una hembra se llame así.
IGNACIA: Va a ser varón.
LUCIA: Eso mismo decías la otra vez, y nació Concepción, que es una angelita.
IGNACIA: Yo me puedo equivocar una vez, pero dos, no. Usté va a alumbrar un varón… a Calixto.
LUCIA: El padre va a querer que lleve su nombre.
IGNACIA: Pué que se llame como el padre y como el padre del padre.
LUCIA: Un cuarto de hora de silencio, Ignacia, nada más eso te pido. ¿Me lo concedes?
IGNACIA: Se lo concedo, mi ama, pero después que me diga: ¿en San Isidoro de Holguín vamo a vivir en la casa del señor padre de usté o en la casa del señor padre de su marido?
LUCIA: En la casa de mi suegro, Ignacia. Ahí es donde vamos a vivir mientras estemos allá.
IGNACIA: Otra cosa más antes que yo me guarde la lengua detrás de la oreja: ¿si nace varón usté va a traer otra esclava para que lo cuide? Porque yo tengo muchas ocupaciones cuidando a la niña Concepción… ay mi ama, yo creo que la niña Concepción va a ser cantante cuando crezca, porque así como es de chiquitica y se pasa el santo día con un tra la lá, tra la lá, tra la lá…
LUCIA: Algo tiene que hacer el angelito para librarse de tu blablablá, blablablá, blablablá.
IGNACIA: No mi ama, si ya no le hablo casi. Lo que hago es cantarle, porque a ella le gusta.
LUCIA: Entonces no será cantante mi angelito, porque con lo desafinada que eres le dañarás el oído. Y no digas nada. Unos minutos de silencio mujer, por favor.
IGNACIA: Si doña Lucía, lo que usted diga, que es la ama.
Concepción García Iñiguez resultó una notable soprano que deleitaba a todos interpretando hermosas piezas del cancionero internacional y también del criollo.
(…)
IGNACIA: Mi ama…de verdad, verdad, verdad que usted no cree que yo canto bonito.
LUCIA: No Ignacia, no lo sé.
IGNACIA: ¿Quiere que le cante algo pa que me oiga?
LUCIA: Si cantas o hablas ordenaré que bajes de la carreta y tendrás que llegar a San Isidoro de Holguín a pie.
IGNACIA: ¿Ni cuando hayamos rebasado el río Cauto, que es tan grande y lindo, podré hablar mi ama?
LUCIA: Ni entonces.
IGNACIA: ¿Para qué quiere tanto silencio, usté?
LUCIA: Porque estoy pensando.
IGNACIA: ¿Y qué piensa tanto mi ama?
LUCIA: Eso es asunto mio, así que sió. Entretente mirando el paisaje.
IGNACIA: Lo único que veo es matorrales y un camino infernal por el fango. ¿Lloverá hoy?
LUCIA: Solo Dios lo sabe.
(…)
IGNACIA: ¿Dona Lucía?
LUCIA: ¿Te callarás, Ignacia?
IGNACIA: (PARA SI) Solo Dios lo sabe… Si mi ama, cerré la boca, ¿lo ve…?
[1]Trece
partos tuvo Lucía: Concepción, Calixto, Juan, Leonor, Dolores, Miguel, Pastora,
José, Nicolás, Flor, Mercedes, Rosario y Luís. (Dos de los varones murieron
pequeños. De Nicolás dijo Casasús que era “casi idiota”).
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