Se incluye
el Parte por el interés del hecho histórico. Tomado de Castellanos, Gerardo. “Tierras
y Glorias de Oriente. Calixto García”.
Publicado
originalmente en el periódico “La Bandera Española”. Obsérvese el carácter
tendencioso de la información brindada por parte de las autoridades firmantes.
Santiago de Cuba, 6 de septiembre de 1874.Ejército de Cuba.Primera División.Departamento Oriental.Estado Mayor.El señor Coronel Jefe de la 3ra. Brigada en telegrama de las 4 y 50 minutos de la tarde de hoy dice al señor Brigadier Comandante General lo siguiente: El Teniente Ariza[1] en telegrama que acabo de recibir me dice desde Veguita lo siguiente: Acabo de llegar a este punto. Enemigo derrotado completamente en Yarabo en número de ochocientos, les hice treinta y seis muertos, vistos entre ellos un Jefe de Estado Mayor y un Capitán, cuatro prisioneros, uno el Mayor General Calixto García Iñiguez, su Jefe de Estado Mayor Quesada, un Capitán Ayudante llamado Pancho Noguera y un soldado de su escolta. Por nuestra parte ni un contuso: entré en medio del campamento enemigo con solo diez de mi compañía.Lo que de orden del expresado Señor Brigadier Comandante General se publica en los periódicos para general conocimiento.Cuba, 6 de septiembre de 1874.El Teniente Coronel Jefe de Estado Mayor Camilo Tolosa.
[1] 19 de Septiembre de 1886. Dice Carlos García
Vélez, hijo de Calixto, que entonces la familia vivían en una casona inmensa
con muchos apartamentos, en Madrid, España y cuya puerta principal se cerraba a
las diez de la noche. Para entrar después de esa hora había que llamar al
portero. Ese
día ya eran más de las diez de la noche. El general y su hijo Carlos estaban en
el balcón, tomando la brisa… y de pronto se oyen disparos de arma de fuego. Le
dice el general al hijo: “Ese debe ser Martínez Campos”. (Es que el famoso
pacificador de Cuba había tenido rozamientos con el gobierno). Y de pronto alguien llama de forma
ruidosa a la puerta. La familia cree que el ejército va a hacer un registro a
la casa porque, seguro, creen que el general cubano está complicado en las
revueltas, lo que no es cierto. El
mismísimo Carlos abre la puerta. Está allí un desconocido embozado.
–“¿Aquí
vive el general Calixto García?”, pregunta. Cuando el muchacho responde que sí,
dice el recién llegado:
-“Necesito
verle enseguida, con mucha urgencia”; en sus gestos se nota nervioso, como si
tuviera a un escuadrón de la caballería enemiga pisándole los talones.
La
familia teme que aquello no sea más que una trampa para inmiscuir al general en
la revuelta. Carlos dice que su padre no está en casa, pero el hombre insiste,
entonces el General, que oye detrás de una cortina, reconoce al visitante y
aparece en la sala: Era el teniente Ariza, su captor en San Antonio de Bajá,
ahora comprometido en el frustrado movimiento y a quien perseguían las tropas
del gobierno. El teniente Ariza pide protección a Calixto. Los dos hombres
pasan a una habitación.
Dice
Carlos: “largo rato estuvieron conferenciando y cuando salió dijo papá a mamá:
prepara un cuarto al capitán Ariza, tenemos que esconderlo”.
Allí
estuvo escondido el oficial español hasta que pasado un tiempo prudencial y
cuando había cesado el peligro, el general le proporcionó la fuga. Después,
mediante los buenos oficios de Martínez Campos, Calixto consiguió el reingreso
de Ariza en el ejército, según contó Carlos.
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