En: Figueredo,
Fernando. “La Revolución de Yara”, pág. 65.
Estamos de
enhorabuena; el enemigo, sin alcanzar yo los motivos, se ha atrevido a
solicitar formalmente, por medio de un comandante que ejerce en Manzanillo las
funciones de fiscal y que dice representar al Comandante General, Brigadier
Sabas Marín, unas entrevistas[1] con el General Barreto, de
Bayamo, según me participa dicho jefe, ya ha celebrado dos conferencias con el
comandante, quien es acompañado de un conocido cubano llamado Esteban de
Varona.
José Miguel Barreto |
La cosa
parece que tiene carácter serio, porque ha llegado a presentar al General
Barreto las célebres proposiciones de paz[2], que en copia le adjunto,
para que con su lectura disipe un poco el cansancio y el mal humor que le han
de producir las lomas y la falta de recursos de este territorio.
Yo he
enviado al Coronel Céspedes al Gobierno con los documentos, aunque sólo sea
para que tenga conocimientos del asunto y en cumplimiento de mi deber. De todos
modos, algo hemos logrado, porque el venezolano (General Barreto), me participa
que ha interesado al español en un negocio por el cual éste se compromete a
enviarle desde Jamaica un bote con municiones de guerra, ofreciéndole Barreto,
en cambio, mieles, cera, majaguas, etc.
A pesar de
ordenarle yo [que] corte inmediatamente las conferencias con los españoles, le
aconsejo que trate de asegurar, por lo que nos importa, la negociación de
Jamaica.
Temeroso de
que Barreto, desconociendo a los españoles, y aún la índole de nuestra guerra,
vaya más allá de lo regular y se comprometa en un lance desgraciado, he
resuelto marchar yo a Bayamo[3], para donde saldré pasado
mañana.
Escribiré a
Ud. el resultado de mi viaje a aquella región.
Con este motivo queda aplazado hasta nueva orden el placer de ver a
Ud.
[1] La raíz de las conversaciones ente el General
Barreto y las autoridades colonialistas de Manzanillo, tuvo como origen la
captura del agente mambí Esteban de Varona, alias Marqueta, al ocupar los
españoles la documentación privada de Céspedes en San Lorenzo. Por parte de los
colonialistas, se preparó una hábil maniobra diversionista haciendo creer a los
cubanos en la posibilidad de conversaciones a partir de unas supuestas
proposiciones del paz. Para el
prisionero Marqueta, su participación en el juego perseguía el fin de engañar a
sus captores y escapar a la manigua. Las proposiciones de paz fueron elevadas
por Calixto, sin comentarios al Gobierno de la República en Armas. Para una
información detallada de este “lazo” del enemigo consúltese a Fernando
Figueredo, La Revolución de Yara, conferencia tercera, págs. 64-66 y 67-69, una
interpretación diferente véase en Ignacio Mora, (“Ana Betancourt”) pág. 218
[2] Según Fernando Figueredo en “La Revolución de
Yara”, pág. 64: Las proposiciones de paz son las siguientes:
1.
En la Isla de
Cuba ondeará el pabellón español.
2.
La Isla será
regida por un Capitán General nombrado por el Supremo Gobierno de Madrid y por
un Consejo o Congreso, compuesto de residentes en el país a donde pueden acudir
a la vez españoles y cubanos enviados por el sufragio.
3.
España
mantendrá en Cuba el ejército de línea sólo indispensable para guarnecer sus
plazas fuertes. El Ejército en general lo compondrán milicias cubanas con jefes
cubanos también.
4.
Los grados del
Ejército cubano que hoy lucha por la separación, serán reconocidos por el
Gobierno español y mandarán las milicias de la Isla.
5.
La esclavitud
se someterá a un concienzudo estudio del Congreso cubano, que elevará su
resolución al Gobierno Superior de la Nación para su sanción.
6.
Tan pronto
como España deje de ser República, dejará de indear en Cuba la bandera española
y la sustituirá la separatista.
(Estas fueron, en resumen, las extrañas
proposiciones que de Bayamo habían enviado al General García y que él, sin
comentarios, elevó a su Gobierno a tiempo que a marcha forzada se dirigía a
Bayamo).
[3] Además, Calixto García marchaba al encuentro del
General Barreto para ejecutar una reestructuración en los mandos. Barreto
escribió al Mayor General Vicente García: “yo esperaba con ansiedad al General
Calixto García con el llamado a mejorar la mala situación de Bayamo, haciendo
algunas reformas para lo cual yo no tengo facultades” (Carta de 15 de
Septiembre de 1874). En otra carta del
día 25 le aclaraba Barreto al mismo destinatario: “(…) impuesto minuciosamente
de todo y pertrechado a la vez de la necesidad de dictar alguna medida que
diera por resultado la organización de este distrito, traía [Calixto] el plan
de colocar a Mármol en Guantánamo y Guevara en Guaninao”. (Véase ambas cartas en: Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Donativos y
remisiones, caja 463, número 7.
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