lunes, 19 de noviembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Diario / 2 de enero 1874



Salvador Cisneros Betancourt
Una conferencia animadísima he tenido hoy con el Presidente[1]. Parece que las reflexiones que ha hecho el diputado, Ramón P. Trujillo[2] le han llamado la atención. Cree Trujillo que la invasión de Las Villas debe hacerse por dos columnas, una por el Norte y otra por el Sur y que la mayor parte del Ejército de Oriente debe tomar parte en la operación, uniéndose al de Camaguey y Las Villas[3], que dos jefes completamente independientes uno de otro, entendiéndose directamente con el Ejecutivo, deben mandar las dos columnas. El plan le ha gustado al presidente que me preguntó mi opinión sobre el particular. Le manifesté que si bien creía debía hacerse la invasión con dos o más columnas, no me parecía prudente que fueran mandadas por jefes independientes, pues la unidad en el mando es, a mi parecer, la más segura garantía de buen éxito; que tampoco me parecía prudente sacar de Oriente más de 600 hombres, pues de esa manera quedaría tan débil este estado que permitiría a los españoles sacar todas sus fuerzas veteranas de aquí y llevarlas a Las Villas, donde se presta menos el terreno para nuestro sistema de guerra, a  lo que debía agregar que siendo Oriente el núcleo de la revolución y el lugar donde la reacción se presentaba bajo un carácter más favorable, no era prudente abandonarlo pues en caso de sufrir un fracaso en Las Villas sería casi segura la pérdida de la insurrección o cuando menos haría muy tardío  el triunfo. Que Oriente con sus montañas, y el carácter independiente da sus hijos, será siempre el baluarte de nuestras libertades y, ay de nosotros si debido a un momento de irreflexión dejamos estos campos a merced del enemigo que, dueño de ellos, podrán pacificarlos, valiéndose para ello de los mismos voluntarios que tiene a su lado[4].
Creo que le han hecho fuerza mis razones, pero siempre piensa que debemos marchar sobre  Camaguey llevando la mayor fuerza posible de Oriente para practicar ahí alguna operación y determinar oyendo a Máximo Gómez.




[1] Se refiere a Salvador Cisneros Betancourt que en  esos momentos era presidente de la República de Cuba
[2] Ramón Pérez Trujillo miembro de la Cámara de Representante que participó en la destitución de Carlos Manuel de Céspedes. Por el tono de la correspondencia parece que había una solidad amistad entre éste y Calixto.
[3] En febrero de 1869 los revolucionarios de Las Villas se sublevaron contra España. Sin armas y sin el factor sorpresa de su lado y teniéndose que enfrentar también a un grupo de terratenientes anti-independentistas la mayoría de los revolucionarios marcharon a Camagüey y Oriente en busca
de recursos. Permanecieron en esos lugares combatiendo, integrados al ejército libertador. Mientras los españoles lograron prácticamente liquidar o expulsar a los grupos que permanecieron en el centro y construir una trocha  de Júcaro a Morón que aislaba Las Villas del territorio insurrecto. La invasión a las Villas significaba la posibilidad de llevar la guerra hacia el occidente base económica de España en Cuba.
[4] El asunto de invadir un territorio era en extremo sensible para los patriotas. Sacar fuerzas de un territorio era quitar protección a las familias y en general las instalaciones insurrectas que se encontraban allí. Hay diversos ejemplos de esto del que propio Calixto fue testigo. En agosto de
1869 cuando las tropas de Jiguaní, a las que pertenecía Calixto, fueron trasladadas a Holguín, los españoles cometieron numerosos asesinatos en ese territorio con la población civil. Mientras durante la invasión a Guantánamo en 1871 con tropas de la división de Santiago de Cuba las fuerzas coloniales se ensañaron en los vecinos de las prefecturas del territorio Palma Soriano y otras zonas que quedaron indefensas. A esta realidad debemos de sumar el amor por el terruño de cada combatiente. Pero el primer aspecto raramente se toma en cuenta en los análisis sobre la invasión. De todas formas las invasiones eran necesarias, pues si no se extendía la guerra por toda la isla, los españoles acabarían concentrando sus tropas sobre los territorios insurreccionados, incluso, con los recursos de las zonas que se mantenían pacificas y produciendo. Este es uno de las grandes contradicciones de la guerra de Cuba. En la práctica era muy difícil de darle solución por parte de los revolucionarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario