Por: César Hidalgo Torres
En
Junio de 1847, en Jiguaní, falleció el padre de doña Lucía Iñiguez sin haber
dictado testamento ninguno y dejando un capital ascendente a 21 mil 187 pesos y
muchas propiedades.Las autoridades judiciales consideraron únicas y universales
herederas a su esposa y a la única hija, mitad para una y la otra mitad para la
otra. Pero doña Lucía consideró que la compartimentación no era justa y por eso
inició varias demandas y reclamaciones notariales que no terminaron hasta siete
años después, en 1854.Sin embargo no sirvieron de nada las tantas gestiones: justamente
cuando los jueces llegaron a una decisión, murió la madre de la doña y ella fue
la única y universal heredera y asimismo heredó los bienes de la madre difunta.
Entonces,
sin importar que tuviera tres hijos pequeños, se le veía a Lucía junto a una
esclava viajando constantemente entre Jiguaní y Holguín, para resolver asuntos
de negocios donde su comparecencia era necesaria.
Las tantas ocupaciones comerciales sin embargo no le impidieron a la doña aceptar cada vez que la llamaban para que bautizara a uno u otro recién nacido. Como por ejemplo en 21 de febrero de 1861, junto a Santiago Dellundé, bautizó al mulato Manuel de Jesús Candelario Avilés y Lozano, quien, al correr de los años, fundó la célebre y hoy centenaria Orquesta Hermanos Avilés. Ese ahijado fue quien cumplió el último deseo de la doña, y del que hablaremos cuando corresponda cronológicamente.
Manuel Avilés Lozano |
Las tantas ocupaciones comerciales sin embargo no le impidieron a la doña aceptar cada vez que la llamaban para que bautizara a uno u otro recién nacido. Como por ejemplo en 21 de febrero de 1861, junto a Santiago Dellundé, bautizó al mulato Manuel de Jesús Candelario Avilés y Lozano, quien, al correr de los años, fundó la célebre y hoy centenaria Orquesta Hermanos Avilés. Ese ahijado fue quien cumplió el último deseo de la doña, y del que hablaremos cuando corresponda cronológicamente.
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