Reanudada
por el Presidente Cisneros la sesión secreta del día anterior, para continuar
tratando sobre la Invasión de Las Villas, se propuso modificar el anterior acuerdo,
que era dividir las fuerzas en dos para que el general Gómez tomase el mando de
una y el general Calixto García de la otra, invadiendo simultáneamente, una por
el Sur, por Sancti Spíritus, y otra por el Norte, por Remedios.
En la
segunda reunión, se acordó que Gómez invadiera solo Las Villas, con las fuerzas
de este territorio, ascendentes a 1,000 hombres, y contingentes de Oriente y
Camagüey, otros 1,000; total: dos mil hombres, estimándose mejor este plan que
el de abandonar los demás Departamentos.
Todos los
jefes, excepto el general Vicente García votaron por la Invasión, haciendo
constar éste su voto en contrario, para que las cosas continuaran como estaban.
Como se ve,
el general Vicente García, observaba una conducta extraña a sus deberes como
Secretario de la Guerra del Gobierno de Cisneros. Alejado, retraído de la
persona del digno Presidente, censuraba continuamente los actos de la
Administración de que él formaba parte y era solidariamente responsable. Creía
un disparate la Invasión, y la censuraba, no obstante haber obtenido buena
acogida.
Sin embargo
de todo esto, dispuso extraer 400 hombres de las fuerzas de Oriente, y que el
general Calixto García completase los 500, con 100 de las Tunas.
Como el
general Máximo Gómez había creado e instruido aquella oficialidad, formuló una
lista para el mando de los 400 orientales, y nombró al brigadier Antonio Maceo,
jefe de la división de las fuerzas de Las Villas, poniendo a sus órdenes al bravo
coronel José González Guerra y coronel Ricardo Céspedes.
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