jueves, 22 de noviembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Hechos / 3 de febrero de 1874.



Salvador Cisneros Betancourt, Presidente de la República, acampado con el Gobierno en "San Diego de Buena Ventura", a donde había llegado el día anterior el Mayor General Máximo Gómez, convocó para una reunión a los Generales presentes, que lo eran Vicente García, que desempeñaba la cartera de la Guerra; Calixto García Iñiguez, Manuel Calvar, Modesto Díaz y José Miguel Barreto; también concurrió el Brigadier Antonio Maceo y el Secretario de Estado, Miguel Betancourt Guerra, que había sustituido a Francisco Maceo, por haber fallecido.
Presididos por el insigne patriota Cisneros, se celebró sesión secreta, y en ella se puso a discusión el plan de invasión de las Villas, y como  transcurrieron algunas horas en el estudio y discusión de dicho proyecto, se aplazó la sesión para el siguiente día, más como en la mente de todos estaba que se realizaría, se rogó al dulce poeta villareño “El Hijo del Damují”, (Francisco Hurtado del Valle), que improvisara algo en ocasión del suceso, y así lo hizo, de la siguiente manera:
¡Oh, Villareños!, la luz de Yara
brilla anunciando la libertad,
en las llanuras de Villa Clara
y en las colinas de Trinidad.
Hay unos valles, verdes, hermosos,
donde las cañas de oro se dan,
allí los déspotas codiciosos
nuestra riqueza gozando están.

II
¿No veis el fausto de los tiranos
que se sustentan con el sudor
de aquellos míseros africanos,
grosero insulto de su dolor?

III
Aire corrupto de bacanales
respira sólo la juventud,
placeres lúbricos é inmorales,
para privarles de la salud.

IV
Salvar debemos a los cubanos
de tal sistema de corrupción,
y es noble empresa llevar, hermanos,
á aquellos pueblos la redención.

V
Los generosos pueblos de Oriente
de sus guerreros mandan la flor,
y con vosotros marcha el valiente
camagüeyano batallador.

VI
Alzar un himno que al éter suba,
y que surcando rápido el mar,
al mundo enseñe que sabe Cuba
a sus tiranos acuchillar.

VII
Y que en el pecho de los cubanos
ha puesto el cielo todo el vigor
de los torrentes americanos,
de los volcanes del Ecuador.

VIII
¡Hurrah! ¡A las Villas! porque nos llama
la voz de un pueblo que gime allí,
en las riberas de Agabama
y en las orillas del Damují.

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