Salvador
Cisneros Betancourt, Presidente de la República, acampado con el Gobierno en
"San Diego de Buena Ventura", a donde había llegado el día anterior
el Mayor General Máximo Gómez, convocó para una reunión a los Generales
presentes, que lo eran Vicente García, que desempeñaba la cartera de la Guerra;
Calixto García Iñiguez, Manuel Calvar, Modesto Díaz y José Miguel Barreto;
también concurrió el Brigadier Antonio Maceo y el Secretario de Estado, Miguel Betancourt
Guerra, que había sustituido a Francisco Maceo, por haber fallecido.
Presididos
por el insigne patriota Cisneros, se celebró sesión secreta, y en ella se puso
a discusión el plan de invasión de las Villas, y como transcurrieron algunas horas en el estudio y
discusión de dicho proyecto, se aplazó la sesión para el siguiente día, más
como en la mente de todos estaba que se realizaría, se rogó al dulce poeta
villareño “El Hijo del Damují”, (Francisco Hurtado del Valle), que improvisara algo
en ocasión del suceso, y así lo hizo, de la siguiente manera:
¡Oh,
Villareños!, la luz de Yara
brilla
anunciando la libertad,
en las
llanuras de Villa Clara
y en las
colinas de Trinidad.
Hay unos
valles, verdes, hermosos,
donde las
cañas de oro se dan,
allí los
déspotas codiciosos
nuestra
riqueza gozando están.
II
¿No veis el
fausto de los tiranos
que se
sustentan con el sudor
de aquellos
míseros africanos,
grosero
insulto de su dolor?
III
Aire
corrupto de bacanales
respira
sólo la juventud,
placeres
lúbricos é inmorales,
para
privarles de la salud.
IV
Salvar
debemos a los cubanos
de tal
sistema de corrupción,
y es noble
empresa llevar, hermanos,
á aquellos
pueblos la redención.
V
Los
generosos pueblos de Oriente
de sus
guerreros mandan la flor,
y con
vosotros marcha el valiente
camagüeyano
batallador.
VI
Alzar un
himno que al éter suba,
y que
surcando rápido el mar,
al mundo
enseñe que sabe Cuba
a sus
tiranos acuchillar.
VII
Y que en el
pecho de los cubanos
ha puesto
el cielo todo el vigor
de los
torrentes americanos,
de los
volcanes del Ecuador.
VIII
¡Hurrah! ¡A
las Villas! porque nos llama
la voz de
un pueblo que gime allí,
en las
riberas de Agabama
y en las
orillas del Damují.
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