jueves, 22 de noviembre de 2018

Calixto García Iñiguez / Comunicación reservada del Gobernador General de Cuba, José de la Concha al Ministro de Ultramar sobre la prisión de Calixto García. 15 de octubre de 1874.



En: Suolére, Emilio. “Historia de la Insurrección de Cuba” (1869-1879), tomo II págs, 96-97
Excelentísimo Sr.: 
Jose Gutiérrez de la Concha
Desde el momento en que fue hecho prisionero Calixto García, que con el carácter de General venía mandando a los insurrectos del Departamento Oriental, me propuse perdonarle la vida y autoricé a su madre para que pusiese un despacho al Presidente del Poder Popular Ejecutivo, pidiéndole indulto de la pena capital, sobre el cual Vuestra Excelencia se sirvió pedirme informe por despacho telegráfico.
El hecho no sólo de no haber dispuesto pasar por las armas a Calixto García después de la aprehensión, y la autorización conocida a su madre para transmitir aquel despacho telegráfico, aprobará a Vuestra Excelencia que a mi opinión no era conveniente de ninguna manera aquella disposición, que podía tomar con arreglo a los bandos vigentes.
En el estado en que encontraba la guerra y la insurrección después de seis años, no he creído de ninguna manera conveniente ensangrentar aquella y he pedido seguir mis propios sentimientos de humanidad evitando un fusilamiento que no debía producir otro resultado que excitar las pasiones y hacer más difícil la terminación de la guerra.
Como he dicho a Vuestra Excelencia repetidas veces, esta guerra no ha de acabarse por el exterminio de los insurrectos; se les podrá batir y reducirlos en número, pero exterminarlos es muy  difícil, sino imposible.  Es preciso, pues, batirlos, es preciso perseguirlos activamente por todas partes, y este será mi primera atención tan pronto como reciba y organice los refuerzos con que he de emprender la campaña en el Centro, donde la insurrección tiene alguna importancia militar. Pero para concluir con esta guerra se necesita que los insurrectos, después de eso, crean en la posibilidad de un perdón y de un olvido, y en la seguridad de sus personas.
Esa confianza y esa seguridad, contribuirán mucho a olvidarla, al ver perdonado la vida de Calixto García, que por otra parte no se ha señalado mucho por su inhumanidad con nuestros prisioneros, cuando ese perdón ha podido ser concedido por la autoridad superior de la Isla, sin que sobre ella haya ejercido presión alguna, la opinión de los muchos que la energía de una autoridad está en las ejecuciones de la pena capital, y que tiran en todos los casos, esa política que llaman enérgica, como  la única para acabar con la insurrección.
Al verse prisionero, Calixto García trató de suicidarse, pero su herida en la garganta y en la boca ofrece cuidado.
En un principio, agradecido, a la conducta con él observada y declarando que sentía el mal que había hecho a su país con la guerra, se mostró dispuesto a trabajar por la paz; pero como manifestase deseos de salir del campo con nuestras columnas, para tener conferencias con los insurrectos, me he opuesto a esto, haciendo entender que no consentiría en ningún acto en que aparezcan tratos y convenios con los insurgentes; que él podrá proporcionar un medio de hacer comprender a los de color, como él mismo lo supone necesario, que los esclavos que estén en la insurrección no volverán a serlo; sirviendo en las compañías de liberto, que los libres de color podrán entrar en el servicio hasta en la clase de oficiales y que a los demás se les dará seguridad de indulto y tendrá la de volver al seno de sus familias, desembargándoles los bienes  y marchando al punto del extranjero que eligiesen.
He añadido al brigadier Marín, para que así se lo manifieste a Calixto García, que si se le había perdonado la vida sin indultarle de la pena capital, ha sido por un sentimiento de humanidad y alta política, y que si bien es mi ánimo de ningún modo tenerlo como rehenes para cualquier represalia, como no puede ser nunca considerado como prisionero de guerra, si ésta continuase por algún tiempo, sería enviado a Ceuta o las Islas Marinas. Es cuanto puedo expresar a Vuestra Excelencia en cumplimiento del informe que se ha servido pedirme el Gobierno, esperando se sirva aprobar mi conducta. 
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Habana, 15 de octubre de 1874
José de la Concha

No hay comentarios:

Publicar un comentario