En:
“Documentos para servir a la historia de la Guerra Chiquita” (Archivo Leandro
Rodríguez). Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, La Habana, tomo II,
1949, págs. 19, 20 y 21
COMITÉ
REVOLUCIONARIO CUBANO
NEW
YORK
En
la Ciudad de New York a trece de Abril de 1879, se reunió el Comité en Sesión
extraordinaria, con el objetivo de recibir al Sr. Almendares[1]
que había manifestado al Ciudadano Presidente [que] venía comisionado por los
Clubs, 21, 22, 24, 26, 27, 32, 38 y 41 para entregar este Centro,
comunicaciones importantes.
Presente
el Sr. Almendares se dio lectura a una comunicación que entregó firmada por los
Sres. F. L. Cromwell y Scévola[2],
en la cual se comisiona el Sr. Almendares para pasar a ésta y se le confieren
amplias facultades para hacer saber al Comité lo que desean los Clubs arriba
expresados. A continuación entregó el
Sr. Almendares una acta levantada en la Habana[3]
y firmada por algunos miembros de las directivas de los Clubs 21, 22, 24, 26,
27, 32, 41 y 38 y por un jefe Militar que trabaja a las órdenes del Comité, por
varios que lo están y por algunos particulares, en la cual se acuerda la
creación de un Club Central en la Habana, que tenga a sus órdenes todos los
Clubs existentes en Cuba y con facultades discrecionales para dirigir los
trabajos revolucionarios, recoger e invertir los fondos. Dice también el acta
que se pida al Comité apruebe el expresado acuerdo y pase órdenes a todos los
Clubs que existen para que se entiendan directamente con el Central, fundándose
para ello en que a la distancia a que se encuentra el Comité, no le es posible
organizar ni dirigir los trabajos preparatorios, y que a eso se debe el estado
de desorganización en que se encuentran los departamentos del Centro, Villas y
Occidente.
El
Comisionado Sr. Almendares comunicó al Comité que ellos “abrigaban temores de
ciertos Centros o Clubs nombrados por éste Centro, que aunque a muchos de ellos
no los conocían, sospechaban, por la propaganda que hacía, que más bien
trataban de sujetar el movimiento que de ayudar la Revolución, que al Centro de
Cuba en unión de todos los miembros de los Clubs y con los Jefes que están hoy
en Cuba dispuestos al movimiento lo más pronto posible creían que de la manera
que hoy se trabaja no podía adelantarse, sino corriendo mucho peligro y que
constituido el Central y a las órdenes de este Comité, tratarían de ponerse de
acuerdo con todos los hombres dignos que estuviesen dispuestos a correr los
peligros hasta lograr la Libertad e Independencia de Cuba, añadiendo que tenía
planes para “levantar recursos con que llevar a cabo la obra”.
El
Presidente [lo era Calixto García] expuso al Sr. Almendares que en su concepto,
la creación de un Centro único en Cuba, no sería otra cosa que poner los
trabajos revolucionarios al alcance del enemigo, pues en el caso de ser
denunciados los individuos que compondrían el Centro, quedarían desorganizados
los trabajos y perdidos por algún tiempo el fruto de tantos esfuerzos; que
además en el Manifiesto dado por el Comité estaban las Bases porque debían
regirse, y que éstas las conocía cada Club, pues para formarse levantaba una
Acta de adhesión a ellas y que en ellas nada dice sobre la formación de Centros
en la Isla de Cuba, sino de distintas agrupaciones que no conociéndose unas a
otras, no podía el descubrimiento demostrar la destrucción, siquiera
momentánea, del movimiento que se prepara. Que aun en el caso de que el Comité
acordara variar la Construcción porque se rige, no se creería con derecho para
pasar órdenes a los Clubs que existen en cuba y que no firman el acta, que tal
vez, no estarían de acuerdo con la innovación que pide una pequeña minoría de
ocho Clubs, cuando pasa de treinta el número de los que trabajan en cuba.
El
ciudadano Tesorero manifestó que no estaba de acuerdo tampoco con la creación
del Centro que se pide, pues creía que cada Club tenía hoy la mismas facultades
que luego tendría el Central, y podrá por lo tanto, con menos peligros, hacer
tanto como aquél, y porque dado el caso de crear un Club Central en la Habana,
no habría razón alguna para no hacer lo mismo con igual razón, viniendo a
resultar que todo quedaría reducido a cambio de nombre, pues el número de Centro igualaría al de los Clubs
existentes.
El
vocal ciudadano Pío Rodado dijo que era de igual opinión a la expresada por el
Presidente y el Tesorero, y suplicó al Sr. Almendares manifestarse [sobre] cuáles
eran los Clubs de que él y sus poderdantes, desconfiaban.
El
dicho Comisionado nombró dos o tres individuos, y el Sr. Rosado le observó que
ninguno de los nombrados pertenecía a ningún Club que trabajase con el Comité,
y añadió que éste tiene confianza en los Clubs existentes, pues para expedirles
el nombramiento se ha necesitado recibir numerosos informes, dados por personas
de reconocido patriotismo.
El
Secretario aprobó la opinión emitida por sus compañeros y manifestó que veía
con sentimiento en el Acta de la Habana se acusaba a este Centro de que los
trabajos revolucionarios estaban en mal estado en el Centro y Las Villas, y que no puede adivinar cómo han
podido saber el estado de los trabajos en aquellas localidades individuos que
no saben quiénes son los que están al frente de aquellos distritos, como
tampoco los recursos con que cuenta, y que si no están en Occidente, como
debieran, no es pequeña la culpa que de ellos tienen los Clubs que suscriben el
Acta, pues hay uno entre ellos que ni siquiera desde su formación, ha pasado a
este Centro, una sola vez el estado quincenal que está obligado a remitir.
En
este estado dijo el Sr. Almendares que “creía de un deber seguir las
instrucciones que había recibido, hacer saber la Comité que a pesar de su
oposición, los Clubs disidentes constituirán definitivamente el Centro, pues
contaban con los Jefes buenos que hay en Cuba, y la mayor parte de los que se
encuentran en el extranjero”.
El
Sr. Rosado replicó a este último punto que no creía exacta la aseveración del
Sr. Almendares, pues sólo aparece en el Acta el nombre de un Jefe militar que
trabaja de acuerdo con ese Centro, y aún se atrevería a asegurar que ése se
separaría del Central cuando llegara a su conocimiento que éste se separaba del
Comité; y el Presidente siendo de la misma opinión añadió que le extrañaba se
titulara el Coronel Martínez Freire, Jefe del Movimiento en Oriente, pues le
consta que ninguno de los jefes de aquel departamento lo aceptan como tal, y
que tampoco este Comité le ha marcado ese puesto.
El
Comité acordó no aprobar la formación del Central que se le propone, y visto lo
manifestado por el Comisionado Sr. Almendares, separar de sus trabajos a los
Clubs 21, 22, 24, 26, 27, 32,38 y 41, no sin expresar su profundo sentimiento
por la determinación tomada por los Clubs disidentes, pues en ella ve le temor
de las disensiones que se preparan para el porvenir.
Con
lo que se terminó la sesión que firmaron los Sres. Del Comité con el
Comisionado Sr. Almendares.
(Fdo.)
Calixto G. Iñiguez
(Fdo.) José Piedrahita
P.S.
Almendares
[1]“Almendares”, seudónimo de Ignacio Piedrahita,
miembro del Club No. 22
[2]“Cromwell” era el seudónimo de
Ignacio Zarragoitía y “Scévola” lo era de Ignacio Pujol, ambos miembros del
Club No. 22.
[3] A fines de 1878 se intentó crear en
La Habana un Club Central con el propósito de dirigir las acciones del
movimiento revolucionario insurreccional en la Isla. Estos intentos
centralizadores estaban alentados por Ángel Maestre e Ignacio Zarragoitía.
Calixto García desestimó esta posibilidad porque ponía los trabajos
conspirativos al alcance de las autoridades españolas.
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