En:
O’ Kelly, James “La tierra del mambí”.
Cultura S.A. Colección de libros cubanos. XVIII s.f. pp. 246 - 248
“La
bien conocida inestabilidad de los gobiernos españoles no nos ofrece garantías
de que la república, aunque se establezca definitivamente, exista por largo
tiempo. El mismo espíritu de insubordinación que ha derribado al gobierno de
Amadeo[1]
pondrá fin a la república dentro de un mes.
Podríamos aceptar hoy esta forma
de gobierno; ¿pero quién nos asegura que antes de dos semanas no nos
veamos obligados a reconocer como rey a Alfonso, al reaccionario don Carlos o
al representante de alguna otra forma de gobierno monárquico? Si nosotros
permanecemos como parte de los dominios españoles, tenemos que aceptar todos
los cambios revolucionarios por reaccionarios que sean, tenemos que estar
sujetos a constantes cambios de política con la falta general de confianza que tiene
que ser su consecuencia. Estamos muy separados de España por la distancia y los
intereses para que nos sometamos a ser arrastrados por ella, a través de las
continuas revoluciones que marchan las etapas de sus gobiernos.
“Deseamos
ser independientes, pero si esto es imposible, queremos a un gobierno fuerte
que pueda garantizarnos la libertad y el orden, a fin de poder desarrollar en
paz los recursos de nuestro país, pero lo que deseamos antes que todo es conseguir
nuestra independencia y creo expresar la [opinión de la] mayoría de los cubanos
en amas, cuando digo que toda
reconciliación con España es imposible, a no ser bajo la independencia. Los únicos términos que podemos ofrecer son
que los españoles se vayan y dejen a Cuba ocuparse de su porvenir.
“Creo
que existe un gran partido a favor de la anexión. En el departamento central
han sido siempre muchos [los] anexionistas, pero en el oriental el objetivo
principal ha sido siempre la independencia. En los principios de la guerra los
ingleses simpatizaron mucho con nosotros y aun llegaron hasta proporcionarnos algunos pequeños auxilios
sugiriéndonos la idea del establecimiento de una confederación de las Antillas.
Opuestos fuertemente a la idea de la anexión nos aconsejaron con insistencia
que la abandonáramos y llegose hasta alimentar la esperanza de que Inglaterra
abandonaría a Jamaica como había abandonado las Islas Jónicas, para facilitar
la formación de la ya mencionada confederación de las Antillas. Este proyecto ha tenido mucha aceptación en
el departamento oriental, a causa, sobre todo de la conducta observada por los
Estados Unidos con nosotros durante nuestra lucha por la independencia. Hánse
[Sic.] disgustado por ellos muchos de los más decididos anexionistas. Sin
embargo, todos estamos de acuerdo en que, antes de adoptar ningún proyecto para el porvenir, es necesario
conseguir la independencia”.
[1] El 9 de febrero de 1873 el Rey
Amadeo de Saboya abdicó al trono español y el día 12 se proclamó la
República. Al decir de Federico Engels,
fue Amadeo el primer rey huelguista. Sin
embargo la Primera República española fue campo de agudas batallas políticas
entre las facciones burguesas y terratenientes ante el empuje del campesinado y
del joven movimiento obrero. La
República vivió inmersa en batallas entre federalistas, centralistas,
cantonalistas, anarquistas y una nueva guerra carlista. En 1874 se instauró una dictadura militar hasta la restauración de la
monarquía en 1876.
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