lunes, 19 de noviembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Diario / 9 de enero de 1874



No creí yo, que los españoles pudieran reunir tan pronto una columna para atacarme. Bien es verdad que el lugar que yo ocupaba les obligaba a hacer un esfuerzo supremo para ocultar su impotencia a los ojos de los engañados cubanos que tienen a su lado. Mi campamento de Melones está situado en la línea fronteriza de la zona de cultivo de Holguín[1]. A su izquierda y a una  legua de distancia está el cuartel español de La Palma, hacia la derecha y a  una legua también el de Tuinicum[2] y a su frente el del Rabas[3].
Mis vigías estaban viendo las de los campamentos enemigos y las cornetas se oían en sus caseríos. Esto seguramente obligó a los españoles a salir a desalojarme.
A las ocho de la mañana de hoy el fuego de las parejas de caballería, secundado por el de sus avanzadas, me hizo conocer que era llegada la hora del combate. Mucha fe tenia yo en el triunfo y ya previéndolo, una de mis primeras medidas fue destacar fuerzas a cortar su retirada.  Los pormenores del plan que adopté se encuentran en el copiador de partes y excuso repetirlos aquí.
El combate fue reñidísimo y hasta las doce del día la victoria permanecía indecisa, de esa hora en adelante el triunfo fue seguro. El enemigo emprendió su retirada y fue cargado simultáneamente por el grueso de mis  fuerzas!. El jefe español[4] era inteligente y bravo y hacia su retirada escalonando sus fuerzas y aprovechando cuantas ventajas le presentaba el terreno; pero todo fue en vano, posición tras posición todas les fueron tomadas concluyendo la acción a las cuatro de la tarde después de ocho horas de combate. Dejando el  enemigo 41 muertos en el campo, armas, parque, caballos, etc. 
[El enemigo] Hizo su retirada por alturas elevadísimas sin tomar camino  hasta lograr encerrarse en sus trincheras de Tuinicun[5]. Fue perseguido hasta el pie del campamento español. La victoria fue completa.
Es verdaderamente admirable el valor demostrado por los cubanos en esta acción, en vez de obligar a pelear al soldado, era menester sujetarlo y reprenderlo y costaba grandes esfuerzos el lograrlo. Podemos decir hoy con orgullo que tenemos un ejército que si en sufrimiento los aventaja a todos, en valor es igual al primero del mundo[6].
El enemigo tenia, según confesión de un herido, 1 300 hombres[7] y yo podía contar con 600.




[1] Luego de un ataque a un poblado enemigo los mambises usualmente acampaban en lugares no muy lejanos del lugar asaltado como hizo Calixto en esta ocasión. Al parecer en ello influía lo que era mover el botín capturado, los heridos y el cansancio de la fuerza pues antes de realizar el ataque, por lo general, habían realizado extenuantes  marchas sin apenas ingerir alimentos. Además es de pensar el deseo de esta hambrienta fuerza en saciar su antológica hambre con las vituallas capturadas. Las acciones de La Cana realizada luego del asalto a Aura, Camazán después del ataque a Holguín en diciembre de 1872,  Veguita de Banes luego del ataque al poblado de Sama, Santa María de Ocujal luego de asaltar algunos poblados y otros de menos relieve tuvieron ese origen son la prueba de esta hipótesis..
[2] El nombre correcto del lugar es Junucún, sin embargo en la mayoría de las descripciones de ese combate se le nombra incorrectamente a ese poblado. En otras ocasiones se la llama también incorrectamente, Jururú que era un poblado ya desaparecido situado en la bahía de ese nombre, y a unos 20 kilómetros de Junucún.
[3] El nombre correcto de ese poblado es Rabón. Actualmente pertenece al municipio Rafael Freyre provincia de Holguín.
[4] El jefe de las fuerzas hispanas era el coronel Federico Esponda.
[5] Junucún.
[6] Este criterio de Calixto García sobre el soldado cubano puede tener diversas interpretaciones, como por ejemplo, que antes de ese combate era necesario obligarlo a combatir. Aunque es un criterio muy personal de Calixto había una realidad y era que la acción más común realizada por los mambises era la emboscada. Incluso, al parecer la carga de caballería no era tan frecuente como se cree. En la emboscada se disparaba de lejos y no siempre se acompañaba de un asalto sobre las fuerzas contrarias por lo que el mambí no estaba acostumbrado a ese tipo de acción. Por lo menos era así para el soldado oriental. La guerra de 1868 era irregular y de desgaste, las grandes acciones no eran comunes.
[7] Es aconsejable poner en duda los informes y criterios de los cubanos sobre el número de contrarios y las bajas causadas a estos. Los mambises recibían esta información por fuentes muy imprecisas. Igual ocurre con los criterios de las tropas hispanas respectos a las revolucionarias

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