lunes, 19 de noviembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Diario / 7 de enero de 1874



A las doce de la noche salí del río Cupeyal. Afortunadamente la luna estaba muy  clara y el camino era todo de extensas sabanas, salpicadas de elevadas alturas. La  marcha fue cómoda. Con objeto de no ser descubierto por las vigías enemigas, tenía  que hacer las marchas de noche para poder introducirme en la zona de cultivo de la parte Oriental de Holguín[1] y proveerme de reses para aprovisionar mi columna y de caballos para montar el escuadrón de Holguín que había quedado desmontado en la  desgraciada acción de Santa Rita[2].
Con estas precauciones pude llegar a un cuarto de legua de Corralito[3] sin ser sentido. Hice alto y esperé el día[4]. A las 7 penetré en el caserío, evitando las trincheras, que  ningún interés me obligaba a atacar[5]. Acampé a primas de tiro de fusil de ellas y desplegué fuerzas por distintos rumbos, que incendiaran el caserío y tomaran reses, cerdos y caballos. Una de las fuerzas qué destaqué se encontró con otra española  que salía a reconocerla. Rompióse el fuego, pero al cargar el enemigo se puso en fuga haciéndoles los nuestros ocho prisioneros españoles que fueron fusilados[6].
Francisco Borrero
El Coronel Borrero[7], jefe que mandaba su fuerza, llevado del ardor de la pelea,  avanzó hasta el fuerte a pesar de tener órdenes en contrario, esto nos hizo tener  cuatro bajas. Un consejo de guerra se encarga de juzgar este hecho. Es verdaderamente una desgracia que la mayor parte de nuestros jefes carezcan de la  suficiente sangre fría para ocupar el puesto de tales. Llevados de su excesivo valor  se lanzan a cualquiera empresa sin contar el enemigo, ni pensar en las dificultades que tienen que superar para vencerlos, les parece que todo debe ceder a sus  esfuerzos y estas locuras nos han costado bastantes caras[8].
Se hicieron varios prisioneros. Entre estos se contaba un muchacho de 12 años, hijo  del subprefecto[9] Mayo, este sirviendo a la causa cubana dentro de las filas españolas, fue cogido y fusilado por los godos y su familia conducida a un campamento. Las súplicas de dos niñas de 8 años, hermanas del muchacho, me obligaron a ponerlo en  libertad, pues, ¿quien se puede resistir al llanto de la inocencia? Los demás prisioneros y varias familias que solicitaron nuestro amparo marcharon con nosotros[10]. También se me presentaron seis voluntarios armados[11].
A las tres de la tarde emprendí mí retirada conduciendo un convoy considerable de bueyes, vacas, viandas, caballos etcétera. En mi marcha tuve dos veces fuego con pequeñas partidas enemigas que venían a hostilizarme en mi tránsito. Llegué a la cinco de la tarde a Melones[12] en cuyo abandonado caserío acampé.



[1] Para poder entender el término: “zona de cultivo de la parte Oriental de Holguín” es necesario hacer una breve reflexión. Alrededor del puerto de Gibara se había conformado una zona de influencia o Hinterland de ese puerto en la primera mitad del siglo XIX donde se establecieron una gran cantidad de campesinos canarios y cubanos. Con el inicio de la guerra una gran cantidad de vecinos de la jurisdicción y de otros lugares se establecieron allí buscando la protección hispana. Como parte de esa zona protegida o de cultivo estaba la capitanía pedánea de Fray Benito. El extremo oriental de esta zona compuesta por los poblados de Corralito, Junucún, El Rabón y otros, pertenecientes a la capitanía de Fray Benito, es el territorio al que Calixto le da esa definición. En la actualidad, según la división política administrativa de 1976, estos forman parte del municipio holguinero de Rafael Freyre.
[2] Calixto atacó el poblado de Santa Rita en la jurisdicción de Jiguaní el 20 de diciembre de 1873 y sufrió una fuerte derrota
[3] Corralito, poblado situado en el territorio del actual municipio Rafael Freyre en la provincia Holguín. En la época formaba parte de la zona de cultivo de Holguín como explicamos en la nota No. 1. La importancia de este caserío se incrementó durante la guerra de 1868 al ser obligados muchos vecinos a establecerse allí.
[4] Lo más común en los ataques a los poblados era realizarlo de noche para sorprender la guarnición. En este caso Calixto espera el amanecer para actuar. Quizás en ello influyó la gran concentración de fuerzas que tenía a su mando, lo que hacía a los cubanos superiores en cantidad al enemigo.
[5] Estos tipos de asaltos a los poblados españoles tenían el objetivo de avituallarse, por lo que no se insistía mucho en atacar las fortificaciones enemigas. Por lo demás no se contaba ni con artillería ni parque para realizar un sitio. Además los españoles de las poblaciones cercanas acudían de inmediato a ayudar a la guarnición atacada.
[6] La República de Cuba en respuesta a la política sanguinaria hispana había decretado la guerra a muerte por la que toda persona tomada prisionera combatiendo a la revolución debía de ser ejecutada. Esta política varía en el transcurso de la guerra.
[7] Francisco Borrero Lavadi. Nació el 30 de enero de 1846 en Palma Soriano y murió el 17 de junio de 1895 en el ataque a Altagracia en Camagüey. Alcanzo el grado de Mayor General del Ejercito Libertador.
[8] Existía una preocupación constante entre la mayoría de los líderes políticos y militares cubanos de proteger la vida de sus hombres. Esto era productos de varios factores: desde la relación que existían entre muchos de los jefes  y sus soldados, por lo difícil que era el sustituir a un mambí y lo reducido de las fuerzas libertadoras. Al analizar el resultado de un combate debemos de tener en cuenta esta realidad respecto al número de bajas cubanas. Una victoria o una derrota cubana había que verlas más que por las bajas causadas al enemigo por las propias. Los españoles  podían sustituir raídamente sus perdidas mientras los mambises no.
[9] Subprefecto. Un cargo en la estructura civil de la República de Cuba en armas
[10] Pese al criterio muy extendido en la historiografía de la guerra, que los mambises trataban de desembarazarse de las familias llegando incluso a  convencerla para que se presentaran, la realidad que nos dicen los documentos es muy diferente pues estas eran acogidas y protegidas cuando abandonaban los poblados enemigos. Incluso se dieron casos de familias que fueron obligadas marchar con los mambises.
[11] Estos voluntarios que residían en los pequeños poblados españoles generalmente eran cubanos a los que obligaban a incorporarse a ese cuerpo auxiliar del ejército hispano. Estos pensaban y actuaban de una forma muy diferente de  los del occidente, que eran de origen peninsular la mayoría y beneficiados por el colonialismo. Cuando  se produjo el auge de la revolución desde 1873, en ocasiones los voluntarios criollos colaboraban con los mambises y se les unían.
[12] Melones. En la actualidad pertenece al municipio Rafael Freyre de la provincia de Holguín. Está situado junto a la carretera que une la ciudad de Holguín con el balneario de Guardalavaca. En el lugar se encuentra un pequeño poblado situado a un kilómetro de esa carretera.

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