En:
Castellanos, Gerardo. “Tierras y glorias de Oriente”, La Habana, P. Fernández,
1916
Señor
Esteban Estrada.
Campos de Cuba, 21 de julio, 1880
Mi
querido amigo: con gran deseo de escribir a usted desde mi llegada me he
privado de hacerlo por falta de un
conducto seguro. Hoy que he encontrado uno que lo tengo por tal, le dirijo ésta
suplicándole me conteste lo más pronto posible, pues me interesan sobremanera
los informes que le pido. Empezaré por decirle que el 7 de mayo desembarqué al
pie del Aserradero con 19 hombres. Que desde esa fecha no he parado un momento
para reunirme con algún jefe cubano; pero con tan mala fortuna que según he
llegado a un lugar, la primera razón que he tenido del jefe solicitado, es que
lo habían muerto, o se había presentado.
Así
me pasó en [Santiago de] Cuba donde supe la presentación de Cabrera, con Rabí
en Jiguaní, con Víctor Ramos en Guisa; y cuando esperaba reunirme al general
Benítez en Bayamo, me aseguran se había embarcado para el extranjero. Al mismo
tiempo se me dice que el general Moncada y toda la gente que había en armas en
Guantánamo y Baracoa ha capitulado.
Mientras tanto el enemigo me persigue sin descanso.
De
19 hombres que desembarcamos, solo quedamos seis, desnudos y descalzos. Mi
posición se hace, pues, cada día más difícil y para empeorarla estoy padeciendo
fiebres y no tengo ni quinina para cortármelas.
Deseo,
pues, amigo mío, que usted me diga qué hay de verdad en estas noticias, dándome
razón del estado del movimiento en Oriente y Villas, para saber a qué atenerme.
Yo
creo que si se confirman las noticias que tengo, no me quedará más remedio que
tratar de salir para el extranjero y para ganar tiempo desearía que usted me
dijera si se puede conseguir un bote en Manzanillo, y en caso que usted lo crea
posible, me ponga en comunicación con alguna persona de confianza que viva allí
y que quiera ayudarme en mi empresa
Como
esto traería gastos, y yo no tengo dinero, le agradecería escribiese a mi madre
pidiéndole que busque entre los amigos la cantidad necesaria y se la remita a
usted, para hacer frente a los gastos que se originen.
Como
usted comprenderá, la cuestión para mí es de vida o muerte, y morir poco me
importa, si algún beneficio reportara a mi país; pero en las actuales
circunstancias sería un beneficio estéril.
Parque Museo Ñico López, antiguo cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo. Allí fueron fusilados el 7 de julio de 1880 los patriotas Pío Rosado, Enrique Varona y Natalio Argenta. |
También
deseo ardientemente tener noticias de la suerte que le ha cabido a mis
desgraciados compañeros que fueron hechos prisioneros en “Los Diablos”, Pío
Rosado, Juan Soto, Natalio Argenta, Enrique Varona, Manuel Cortés, Miguel
Cantos, Félix Morejón y Domingo Mesa
Tengo
esperanzas de que el enemigo no los habrá fusilado a todos, y si para salvarlos
fuera necesario entregarme yo a los españoles, lo haré sin titubear.
El
papel me falta, amigo mío, pues como usted verá, le escribo en hojas de mi
cartera y ya se me acaban, que, de lo contrario lo haría más extensamente. Voy
a pedir a usted el último favor, y su bondad, y es que, si le es posible, me
envíe un poco de papel, tinta, algunos avíos de candela, un poco de quinina, un
poco de azufre, tres libras de hilo de cartas y seis mudas de ropa, es decir,
pantalones y chamarretas de Rusia o dril aplomado fuerte y seis pares de
zapatos de baquetilla de estos números: un para número 36, uno del 37, uno del
38, uno del 39, dos del cuarenta.
Todos
estos encargos que le hago, escriba a mi madre, para que se los abone, pues yo
sé que la posición de usted no es desahogada y no puede hacer ciertos gastos.
Y
ahora, amigo mío, quedo esperando su contestación con ansia, pues ella debe sacarme del abismo de dudas en que
estoy.
Le
abraza con todo el corazón
Su
buen amigo,
El
sobre de la carta para mi madre, póngalo a mi hermana Leonor, o bien a una
persona de su confianza.
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