miércoles, 28 de noviembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Correspondencia / Carta a Esteban Estrada del 21 de julio de 1880, (deposición de las armas durante la Guerra Chiquita).



En: Castellanos, Gerardo. “Tierras y glorias de Oriente”, La Habana, P. Fernández, 1916

Señor Esteban Estrada.
Campos  de Cuba, 21 de julio, 1880
Mi querido amigo: con gran deseo de escribir a usted desde mi llegada me he privado de  hacerlo por falta de un conducto seguro. Hoy que he encontrado uno que lo tengo por tal, le dirijo ésta suplicándole me conteste lo más pronto posible, pues me interesan sobremanera los informes que le pido. Empezaré por decirle que el 7 de mayo desembarqué al pie del Aserradero con 19 hombres. Que desde esa fecha no he parado un momento para reunirme con algún jefe cubano; pero con tan mala fortuna que según he llegado a un lugar, la primera razón que he tenido del jefe solicitado, es que lo habían muerto, o se había presentado.
Así me pasó en [Santiago de] Cuba donde supe la presentación de Cabrera, con Rabí en Jiguaní, con Víctor Ramos en Guisa; y cuando esperaba reunirme al general Benítez en Bayamo, me aseguran se había embarcado para el extranjero. Al mismo tiempo se me dice que el general Moncada y toda la gente que había en armas en Guantánamo y Baracoa ha capitulado.  Mientras tanto el enemigo me persigue sin descanso.
De 19 hombres que desembarcamos, solo quedamos seis, desnudos y descalzos. Mi posición se hace, pues, cada día más difícil y para empeorarla estoy padeciendo fiebres y no tengo ni quinina para cortármelas.
Deseo, pues, amigo mío, que usted me diga qué hay de verdad en estas noticias, dándome razón del estado del movimiento en Oriente y Villas, para saber a qué atenerme.
Yo creo que si se confirman las noticias que tengo, no me quedará más remedio que tratar de salir para el extranjero y para ganar tiempo desearía que usted me dijera si se puede conseguir un bote en Manzanillo, y en caso que usted lo crea posible, me ponga en comunicación con alguna persona de confianza que viva allí y que quiera ayudarme en mi empresa
Como esto traería gastos, y yo no tengo dinero, le agradecería escribiese a mi madre pidiéndole que busque entre los amigos la cantidad necesaria y se la remita a usted, para hacer frente a los gastos que se originen.
Como usted comprenderá, la cuestión para mí es de vida o muerte, y morir poco me importa, si algún beneficio reportara a mi país; pero en las actuales circunstancias sería un beneficio estéril.
Parque Museo Ñico López, antiguo cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo.
Allí fueron fusilados el 7 de julio de 1880 los patriotas Pío Rosado, Enrique Varona y Natalio Argenta.
También deseo ardientemente tener noticias de la suerte que le ha cabido a mis desgraciados compañeros que fueron hechos prisioneros en “Los Diablos”, Pío Rosado, Juan Soto, Natalio Argenta, Enrique Varona, Manuel Cortés, Miguel Cantos, Félix Morejón y Domingo Mesa
Tengo esperanzas de que el enemigo no los habrá fusilado a todos, y si para salvarlos fuera necesario entregarme yo a los españoles, lo haré sin titubear.
El papel me falta, amigo mío, pues como usted verá, le escribo en hojas de mi cartera y ya se me acaban, que, de lo contrario lo haría más extensamente. Voy a pedir a usted el último favor, y su bondad, y es que, si le es posible, me envíe un poco de papel, tinta, algunos avíos de candela, un poco de quinina, un poco de azufre, tres libras de hilo de cartas y seis mudas de ropa, es decir, pantalones y chamarretas de Rusia o dril aplomado fuerte y seis pares de zapatos de baquetilla de estos números: un para número 36, uno del 37, uno del 38, uno del 39, dos del cuarenta.
Todos estos encargos que le hago, escriba a mi madre, para que se los abone, pues yo sé que la posición de usted no es desahogada y no puede hacer ciertos gastos. 
Y ahora, amigo mío, quedo esperando su contestación con ansia, pues  ella debe sacarme del abismo de dudas en que estoy.

Le abraza con todo el corazón
Su buen amigo,
Calixto García
El sobre de la carta para mi madre, póngalo a mi hermana Leonor, o bien a una persona de su confianza.




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