Carta original inédita donada por un descendiente de Honorato del Castillo al historiador Víctor Manuel Marrero. Oficina del Historiador de la Ciudad de las Tunas.
Habana,
agosto 14 de 1880
Sr.
D. Francisco Carrillo
Mi
muy estimado amigo:
Después
de vencer muchos obstáculos, llegue a Cuba en cumplimiento de mi compromiso, el
7 de mayo último con 18 hombres.
Desde
entonces todos mis conatos fueron reunirme a las fuerzas de Oriente como las
más inmediatas.
Me
dirigí a “Brazo Escondido” donde esperaba encontrar a Cebreco, luego a Arroyón
donde permanecía Rabí, a Guisa en que operaba Víctor Ramos y sucesivamente fui también sabiendo que estos individuos se
habían presentado y que Benítez se había embarcado[1].
Pretendí
luego reunirme a Moncada, Maceo y Limbano Sánchez pero también habían tratado
su rendición. Tal parece que sólo esperaban mi llegada para negociar.
La
contante persecución unida a la traición de algunos cubanos que se me unieron
hizo que del número de expedicionarios expresado, sólo me quedasen ya dos y en
tales circunstancias, que no era dable esperar mejora para nuestra causa,
respetables influencias me invitaron a tomar una resolución honrosa para mí y
favorable para el Gobierno por quien iba un comisionado autorizado.
Como
consecuencia hice mi rendición con mis hombres, me hallo actualmente a bordo
del Vapor de guerra “San Francisco de Borja” y saldré mañana para la Península
en el Vapor Correo.
En
Bayamo supe que Benítez no había logrado marchar y que anda por Manzanillo con
cortísimo número de hombres; y que Sánchez y Ríos se habían presentado, no
restando más por hacerlo que Núñez y Ud.
Mediante
nuestros mutuos compromisos es un deber mío [contarle] a U. lo sucedido y darle
un conocimiento perfecto de la situación que no puede ser más mala, pues los
cubanos antes que ayudarnos han sido el más firme apoyo del Gobierno. Yo no
aconsejo a Ud. esta ni aquella resolución. Ud. tomará, con su buen juicio, lo
que crea más conveniente a las circunstancias en que se halle.
Ruego
a Dios me permita volver a ver sano y salvo a uno de los poquísimos compañeros
que han sabido hacer honor a su promesa y mientras tanto y siempre cuenta con
su verdadero amigo y compañero.
Calixto
G. Iñiguez
[1] Por esta fecha Gregorio (Goyo)
Benítez junto al Brigadier Quesada, que se encontraban dispersos por el
territorio oriental, tenían intenciones de embarcarse para Jamaica. Un pescador
de Campechuela, llamado Emilio Mabel los delató y fueron asesinados por el
capitán José Alonso Carreño al frente de 150 hombres.
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