En: Archivo
Nacional de Cuba, Museo Nacional, Caja 15 número 1
Sra. Ana
Kindelán.
Pamplona 7
de Abril de 1877
Muy Sra.
mía
La
irreparable pérdida que Ud. ha sufrido ha resonado en mi corazón como la de un
hermano querido. Ninguno en mayor grado
que yo, debió al General. Aguilera, respeto y gratitud.
Iniciado
por el en la gran empresa de la libertad de nuestra Cuba y mirándole como el
primer patriota, le quería como debe quererse al hombre que nos enseñó el
camino de la justicia y de la gloria.
En el
tiempo que serví a sus órdenes pude apreciar sus eminentes cualidades y cuando
obedeciendo disposiciones superiores tuvo él que salir nuestro país, uno de los
últimos que se honró con estrechar su mano fui yo.
Conociéndolo
como lo conocí, puedo comprender el inmenso pesar que Ud. ha sufrido al verlo
morir y si algo pudiera mitigarlo será, Sra., ver que el sentimiento y el dolor
ha sido general en todos los cubanos.
Ha perdido
Ud., Sra., un esposo querido, Cuba al primero de sus hijos y nosotros al gran
patriota que nos enseñó lo que debíamos hacer para libertar la patria y que nos
mostraba con su ejemplo como deben abandonarse las de la familia y las
comodidades de la vida para dedicarse, como él lo hizo, en cuerpo y alma, a la
independencia de su país y a la libertad de cuatrocientos mil esclavos.
Su obra no
quedó concluida, pero su valor y su inteligencia han concurrido poderosamente a
asegurar el triunfo definitivo.
Dios habrá
premiado sus (...) en la morada de los justos y a nosotros nos queda su memoria
como modelo que debemos imitar.
Reciba Ud.
Sra., la expresión del verdadero sentimiento con que la acompaña en su dolor su
más respetuoso amigo.
Calixto G.
Iñiguez
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