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Periódico “La Revolución de Cuba”, Nueva York, 18-k11-1871 núm. 1 Archivo Nacional
de Cuba. Fuera de la Caja # 2.
Ejército Libertador de OrienteDivisión de Santiago de CubaAl C[iudadano] General Máximo Gómez.El Bejuco, 6 de octubre de 1871.En la madrugada del 18 del pasado determiné atacar al pueblo de Jiguaní[1], para lo cual dividí la fuerza de mi mando, que se componía del primero y segundo Batallón de Jiguaní y segundo de [Santiago de] Cuba, al mando de sus respectivos Jefes, los comandantes Amor Muñoz, Benjamín Ramírez y Teniente Coronel Camilo Sánchez, en seis columnas de ataque; la primera al mando del Comandante Ramírez que entraría por el camino de Holguín, tomaría posición en ciertas casas que le indiqué y sostendría el fuego contra el castillo que el enemigo tiene en la loma; la segunda al mando del Teniente Coronel Sánchez que se apoderaría de la plaza desde donde haría fuego al cuartel; la tercera, a cuyo frente me puse yo con el Comandante Amor Muñoz, para que avanzara a apoderarse del cuartel y la cárcel, la cuarta al mando del Teniente Coronel Martín Sierra y Comandante Salvador Rosado invadirían el pueblo y tomarían posición frente al hospital y matadero; la quinta que dirigía el Comandante Wenceslao Saladrigas, apoyaba al Teniente General Sierra en su operación, y la sexta, mandada por el Capitán Cristóbal Rodríguez, recibió orden de atacar la guarnición que tiene el potrero de Ignacio Casas, tan pronto sintiera los fuegos en la población, con objeto de impedir que el enemigo fuera formado por ese lado. A la una de la madrugada avanzaron todas las fueras, ocupando las posiciones que se les había marcado y rompiendo un fuego terrible sobre el enemigo, que duró sin interrumpir por espacio de dos horas. El enemigo no hubiera podido resistir el impulso de nuestros valientes; pero en la tarde del día anterior había recibido un convoy de Manzanillo custodiado por doscientos soldados, lo que les envalentonó hasta el extremo de lanzar fuerzas por algunas calles con objeto de envolvernos; [pero esas] fueron rechazadas por tres ocasiones consecutivas, dejando en el campo un considerable número de muertos. Viéndome dueño de la mayor parte del pueblo, pues el enemigo sólo conservaba algunas casas donde se había hecho fuerte, di la orden de retirada, habiendo antes incendiado y saqueado la mayor parte de la población, a pesar de los fuegos del castillo de la loma, que nos hizo quince disparos de cañón. Verificase la retirada en el mejor orden sin que el enemigo se atreviera a perseguirnos, cargados con un riquísimo botín y habiéndoles hecho más de doscientos muertos, tomándoles quince armas de cápsulas y veintidós de pistón, causándoles más de quinientos mil pesos de perjuicios.La conducta observada por todos los Jefes y oficiales ha sido inmejorable, teniendo que hacer especial mención del Comandante Benjamín Ramírez, que se apoderó de un cuartel ocupado por una compañía enemiga quitándoles y tomándoles las mochilas, hamacas y algunas armas. También es acreedor a una mención especial el Capitán Miguel Ruiz, que avanzó con su compañía apoderándose de la casa tienda de los Estévez, situada en la plaza, la que saqueó e incendió en unión del Teniente Coronel Camilo Sánchez. El jefe de Sanidad de Oriente, C[iudadano] Félix Figueredo, cumplió dignamente su misión, acompañándome al lugar del combate y curando los heridos que nos hacían las balas enemigas.Por nuestra parte tuvimos veintiséis bajas; seis muertos y veinte heridos, contándose entre estos últimos al Comandante Benjamín Ramírez.El enemigo reforzado por todos los campamentos de sus alrededores me atacó en la tarde del mismo día en el punto nombrado Palmarito, en número de más de 600 hombres. Preparado convenientemente se le rompió el fuego, habiendo recibido daños de consideración, a juzgar por las grandes sepulturas que dejaron en el camino que llevaban. En esta acción tuvo dos muertos y un herido, siendo de los primeros el valiente Comandante Amor Muñoz. Lo que le participo para su conocimiento.Soy de Ud. Con la mayor consideración,
Calixto García.
[1] En la madrugada del
18.9.1871, fuerzas del Ejército Libertador integradas por los batallones 1 de
Jiguaní, 2 Baire y 2 Cuba, bajo el mando del brigadier Calixto García, atacaron
este pueblo de la provincia de Oriente que constituía una fuerte plaza militar
del mando español en el territorio. El jefe cubano elaboró su plan dividiendo
las fuerzas en seis columnas de ataque como sigue: la primera, bajo el mando
del Comandante Benjamín Ramírez; la segunda, del Teniente Coronel Camilo
Sánchez; la tercera, bajo sus órdenes directas; la cuarta, del Teniente Coronel
Martín Sierra; la quinta, del Comandante Wenceslao Saladrigas, y la sexta, del
Capitán Cristóbal Rodríguez, cada una con sus misiones bien definidas.
A la 01:00 horas
comenzó el ataque simultáneo a todas las posiciones previamente asignadas,
avanzando los insurrectos con fuego nutrido y certero. La guarnición del
cuartel de San Pablo, atacado por la tercera columna, abandonó esta posición
para refugiarse en el castillo de La Loma, única fortaleza que no se podía
atacar por carecer los cubanos de artillería. En San Pablo los atacantes se
apoderaron de armas y municiones en abundancia. Los hombres del Comandante
Ramírez tomaron otro cuartel e hirieron mortalmente a ocho soldados; en la
acción fue gravemente herido el jefe cubano, por lo que el mando lo asumió un capitán.
El enemigo peleó en muchos lugares con valor. Una tropa de 200 hombres que
había llegado la noche anterior conduciendo un convoy, lo que era desconocido
por el mando cubano, hizo fuerte resistencia en algunas calles del poblado. A
esto se unió el hecho de que la guarnición del fuerte de La Loma protegía los
lugares cercanos al bastión enemigo, donde algunos núcleos de españoles se
habían hecho fuertes. Estos factores determinaron que a las 05:00 horas el
brigadier García ordenara la retirada, la cual se realizó en correcto orden y
con un valioso botín consistente en pertrechos de todo tipo, armas, municiones,
231 mochilas, hamacas y otros efectos, y antes de retirarse incendiaron el
poblado. Las bajas españolas sobrepasaron las 200, entre muertos y heridos; las
cubanas, seis muertos y 20 heridos. Esta importante victoria de los patriotas
pudo haber sido mayor si el mando insurrecto hubiera conocido previamente la
llegada del refuerzo de 200 hombres la noche antes de la acción, pues la
entrada en combate de estos efectivos necesariamente alteró la correlación de
fuerzas y el plan elaborado por el brigadier Calixto García.
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