miércoles, 31 de octubre de 2018

Calixto García Iiguez - Biografía 17



Por: César Hidalgo Torres
Tenía Calixto García cuatro años cumplidos cuando la familia reside una larga temporada en el hogar holguinero de doña María del Rosario Landín, tía carnal de Lucía.

No se conocen datos del estado civil de esta tía, la única que tuvo Lucía por su rama materna, pero sí se pudo comprobar en la documentación del Registro de la Propiedad y los Protocolos Notariales  holguineros que tenía propiedades en la ciudad inscriptas a su nombre. (Se cree que la relación matrimonial de su hermana propició su establecimiento en la jurisdicción de Holguín).

Eran esas mencionadas propiedades: 2 esclavas paridas, 9 horros (que pudieron comprar su libertad), una yunta de bueyes y un toro padre.

Se sabe, asimismo, que uno de sus esclavos que pudo pagarle 183.00 pesos por su libertad, fue ese el negro criollo nombrado  Marcelino, de 40 años de edad.
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 (La siguiente reconstrucción, aunque está basada en hecho reales, es ficción)

Dice Casasús, uno de los biógrafos del general: [No llegaba el niño Calixto García Iñiguez a los cinco años de su edad] “En la casa de la tía María del Rosario juega con soldados [de plomo] y por decisión propia ocupa siempre la posición del jefe militar, nunca de soldado”.

Pasan cerca de donde el niño juega y se alejan para que él no las oiga: Lucía (24 años) y una tía de ella (mujer muy mayor). El todavía, siempre, jugando pero atento a lo que hablan las mujeres. La tía alterada.
Leopoldo O'Donnell

TIA: Fue un crimen horrendo. Que no se le puede llamar justicia a un acto tan abominable.

El niño sigue jugando con los soldaditos y oyendo la conversación.

TIA: Según las inteligencias secretas del gobierno, descubrieron una intentona de sublevación de negros esclavos. Y a los implicados el Capitán General O’Donell, mandó que los amarraran a una escalera y les arrancaron las tiras del pellejo de sus espaldas, dándoles latigazos… dicen que también inculparon y mataron a un mulato peinetero que escribía versos. Plácido fue como oí que se llamaba.  ¿Cómo un hombre de solamente 35 años puede ser tan cruel, por más Capitán General que sea? Está bien, hablo bajo como quieres, pero eso no quita que el acto sea una injusticia.

Sigue viéndose el niño y sus soldaditos de plomo, su carita, sus manitas que ordenan el combate.

Lucía viene donde el hijo. Lo levanta del piso, lo besa, lo protege entre sus brazos.

CALIXTO NIÑO: Cía, ¿qué significa que algo es una injusticia?

LUCIA: Prométeme que no dirás a nadie lo que oíste.

CALIXTO NIÑO: ¿A mí me puede ocurrir una injusticia?

Calixto García Iñiguez - Biografía 16



Por: César Hidalgo Torres
Cuando la carreta en que viajaba doña Lucía y sus acompañantes entró en el pueblo de Holguín tuvo que detenerse para darle paso a la banda militar del Ejército que iba a celebrar retreta en la plaza de armas.

Después fueron hasta la casa de Santiago García, hermano de don Ramón y el hombre de su familia que más influyó en el Mayor General del Ejército Libertador, Calixto García Iñiguez cuando era un adolescente. Allí nació el futuro libertador de Cuba, por eso aquella se conoce como “la Casa Natal”. 
Tarja a la entrada de la Casa Natal de Calixto García Iñiguez en Holguín, Cuba
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(Es el siguiente un diálogo de ficción)

IGNACIA: No, por su madrecita santa mi ama dona Lucía, espere un momento que ya fueron a buscar a la partera. Y también mandé aviso a su madre, que está en la iglesia… no vaya a alumbrar antes que llegue alguna de ellas, que yo no sé lo que hay que hacer.
LUCIA: Deja el terror, Ignacia y has lo que te ordene. ¿Hay agua caliente?
IGNACIA: Hay, mi ama.
LUCIA: Busca sábanas…
IGNACIA: ¿Una o cuántas?
LUCIA: Las que encuentres.
IGNACIA: Como mande usted que es mi ama y también la que está pariendo.
Va Ignacia, como un mariposilla que brinca de uno a otro lugar y vuelve. Su ama se retuerce de dolor.
IGNACIA: Qué prefiere usted doñita mi ama, que haga silencio o que le hable pa acompañarla.
LUCIA: También acompaña el que tiene la boca cerrada.
IGNACIA: Grite mi ama, o sease, puje…
Lucía puja con toda la fuerza de la que es capaz. Y a la vez desde la lejanía se comienza a oír una música militar.
LUCIA: ¿Qué es ese ruido?
IGNACIA: No es ruido, es música. Es la banda militar que está celebrando retreta en la plaza de armas.
El grito que Lucía intenta ahogar, la ahoga.
IGNACIA: Hay Virgen María Santísima que estás en el Cobre, tú que eres madre y siempre llevas al santo niño en brazos, socórreme, o sease, socorre a mi ama dona Lucía que está pariendo sola porque demora la partera que ya debía estar aquí.
El pujido de este instante es el más desgarrador de todos.
IGNACIA: Está naciendo mi ama, ya lo veo…Un poquito más, na más…
Fue en la mañana, exactamente a la octava hora del domingo 4 de agosto de 1839 en San Isidoro de Holguín.
IGNACIA: Un varón mi ama, como se lo dije sin que usté me creyera. Mire que bonito es Calixto… porque lo va a llamar así ¿verdad?
Pasó a la tradición oral del pueblo que exhausta de las labores del parto, pero feliz cuando pudo estrechar al hijo en su regazo, dijo Lucía: “¿Será soldado este muchacho que nace oyendo redobles de tambor y ruido acompasado de la tropa en marcha?”
 

Calixto García Iñiguez - Biografía 15

Por: César Hidalgo Torres

El joven matrimonio integrado por don Ramón García y doña Lucía Iñiguez se movía indistintamente entre la villa de Jiguaní y la ciudad de Holguín porque en ambos lugares tenían propiedades que atender y negocios que concertar.

Fue en 1839, a principios del mes de julio. Salieron de Jiguaní cuando aún no amanecía. Viajaban en un silencio total, que solo era roto cuando el fiel palafrenero y custodio azuzaba los caballos que tiraban de la carreta en la que viajaba una matrona joven con ocho meses de su segundo embarazo y una criadilla simpática y asustadiza: Doña Lucía Iñiguez Landín vino a Holguín a parir cerca de sus familiares a su segundogénito[1].  
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(El diálogo siguiente es de ficción, pero cree el autor de este blog que pudo ocurrir en la real realidad)

IGNACIA: Mi ama, ¿por qué su suegro se fue del país donde hizo  fortuna?

LUCIA: Porque su bando perdió la guerra.

IGNACIA: ¿Es verdad que cuando ese señor Bolívar ganó ya no hubo esclavos?

LUCIA: ¿Te gustaría ser libre, Ignacia?

IGNACIA: Hombe que sí. Pero en esta isla no hay ningún Bolívar.

LUCIA: ¡Ay…!!!!

IGNACIA: ¿Qué…?

LUCIA: Una patadita…

IGNACIA: Ese que está creciendo en sus tripitas va a ser varón, mi ama. ¿Por qué me mira como quien no cree lo que está oyendo? Va a ser varón…

LUCIA: ¿Eres adivina?

IGNACIA: Yo lo sé porque se le ancharon las caderas. ¿Le va a poner Ramón como el padre? No lo haga, para que el vejigo no le vaya a salir lelo.

LUCIA: ¿Cómo te gustaría que se llame si nace varón?

IGNACIA: Calixto, como el abuelo.

LUCIA: Pero eres tú la que dice que mi suegro truena más que en los aguaceros de mayo. ¿Y si este muchacho me sale peleonero como el abuelo?

IGNACIA: Más que al padre, yo quiero que se parezca al abuelo, que cuando aquel acontecimiento del que usted no quiere que yo hable, se atrevió salir a las calles de Holguín diciendo sin miedo que se había acabado la esclavitud y que ahora todo somo iguale.

…………


IGNACIA: Mi ama dona Lucía… ¿Cómo es que su suegro estaba de parte de los españoles en la Venezuela y en Cuba está en contra?

LUCIA: Calla lengüilarga, que te pueden oír. Mi suegro no está en contra de que Cuba sea española. Lo que él quiere es que el gobierno en la Isla sea más blando.

             Quería don Calixto García de Luna Izquierdo que se instaurara un gobierno en todo el imperio regido por las leyes aprobadas por una representación del pueblo, como lo hacían los franceses después de su revolución; y no un gobierno que actuara en dependencia de los caprichos de un monarca… porque así creía suprimió una parte de su segundo apellido, que era de Luna Izquierdo, porque le sonaba a rancia nobleza. Desde entonces firmó Calixto García Izquierdo.

IGNACIA: ¿Y no sería porque fue ese el brazo que le cortaron? Si en el apellido lleva el izquierdo, ya no le falta el brazo…¿Se puso brava por lo que dije, mi ama???

LUCIA: Sí.

IGNACIA: Entonceusté que tanto quiere a don Calixto y lo defiende siempre, dígame por qué vino pa Cuba trayendo a los tres varones que tenía y dejó allá a la esposa y a las hijas.

LUCIA: No lo sé Ignacia.

IGNACIA: ¿Le va a poner Calixto a su hijito, mi ama?

LUCIA: Primero tenemos que esperar que nazca, para saber si es varón, porque sería extraño que una hembra se llame así.

IGNACIA: Va a ser varón.

LUCIA: Eso mismo decías la otra vez, y nació Concepción, que es una angelita.

IGNACIA: Yo me puedo equivocar una vez, pero dos, no. Usté va a alumbrar un varón… a Calixto.

LUCIA: El padre va a querer que lleve su nombre.

IGNACIA: Pué que se llame como el padre y como el padre del padre.

LUCIA: Un cuarto de hora de silencio, Ignacia, nada más eso te pido. ¿Me lo concedes?

IGNACIA: Se lo concedo, mi ama, pero después que me diga: ¿en San Isidoro de Holguín vamo a vivir en la casa del señor padre de usté o en la casa del señor padre de su marido?

LUCIA: En la casa de mi suegro, Ignacia. Ahí es donde vamos a vivir mientras estemos allá.

IGNACIA: Otra cosa más antes que yo me guarde la lengua detrás de la oreja: ¿si nace varón usté va a traer otra esclava para que lo cuide? Porque yo tengo muchas ocupaciones cuidando a la niña Concepción… ay mi ama, yo creo que la niña Concepción va a ser cantante cuando crezca, porque así como es de chiquitica y se pasa el santo día con un tra la lá, tra la lá, tra la lá…

LUCIA: Algo tiene que hacer el angelito para librarse de tu blablablá, blablablá, blablablá.

IGNACIA: No mi ama, si ya no le hablo casi. Lo que hago es cantarle, porque a ella le gusta.

LUCIA: Entonces no será cantante mi angelito, porque con lo desafinada que eres le dañarás el oído. Y no digas nada. Unos minutos de silencio mujer, por favor.

IGNACIA: Si doña Lucía, lo que usted diga, que es la ama.

Concepción García Iñiguez resultó una notable soprano que deleitaba a todos interpretando hermosas piezas del cancionero internacional y también del criollo.

(…)

IGNACIA: Mi ama…de verdad, verdad, verdad que usted no cree que yo canto bonito.

LUCIA: No Ignacia, no lo sé.

IGNACIA: ¿Quiere que le cante algo pa que me oiga?

LUCIA: Si cantas o hablas ordenaré que bajes de la carreta y tendrás que llegar a San Isidoro de Holguín a pie.

IGNACIA: ¿Ni cuando hayamos rebasado el río Cauto, que es tan grande y lindo, podré hablar mi ama?

LUCIA: Ni entonces.

IGNACIA: ¿Para qué quiere tanto silencio, usté?

LUCIA: Porque estoy pensando.

IGNACIA: ¿Y qué piensa tanto mi ama?

LUCIA: Eso es asunto mio, así que sió. Entretente mirando el paisaje.

IGNACIA: Lo único que veo es matorrales y un camino infernal por el fango. ¿Lloverá hoy?

LUCIA: Solo Dios lo sabe.

(…)

IGNACIA: ¿Dona Lucía?

LUCIA: ¿Te callarás, Ignacia?

IGNACIA: (PARA SI) Solo Dios lo sabe… Si mi ama, cerré la boca, ¿lo ve…?


[1]Trece partos tuvo Lucía: Concepción, Calixto, Juan, Leonor, Dolores, Miguel, Pastora, José, Nicolás, Flor, Mercedes, Rosario y Luís. (Dos de los varones murieron pequeños. De Nicolás dijo Casasús que era “casi idiota”).