Por: César Hidalgo Torres
Con
23 años de su edad al recién casado administrador del tejar de Arroyo Hondo se le veía ir
y venir hasta Jiguaní, simpático y esbelto. Primero le nació una niña, Leonor
Matilde, (1863), después (1865) el primer varón al que nombraron Calixto Ramón
como el padre y a ese le siguió Carlos Gabriel (1867).
Mientras, en Jiguaní ejerció Calixto varios cargos públicos, entre ellos el de Alférez Comandante de la Sección de Voluntarios de Cataluña del Ojo de Agua, Vocal de las Juntas de Agricultura, Industria y Comercio, de la de Instrucción Pública, Sanidad y otras, habiendo sido electo Regidor, cuyo empleo ejercía cuando estalló la revolución. Pero esos puestos no le cerraron los ojos, sino que como él mismo dijo en su biografía “cansados estaban los ánimos de sufrir la ominosa dominación española, cada día más y más irritante con su manera de gobernar, en la cual el robo era la principal palabra, la degradación de empleados que no miraban a Cuba más que como una mina que debía ser explotada, los destinos de más importancia vendidos al mejor postor por los degradados ministros de la corona de España y como consecuencia de este sistema la poca estabilidad en los puestos públicos, la agricultura, gravada con impuestos que la hacían improductiva para los que tenían la desgracia de dedicarse a ella y la ruina de los cubanos en quiénes el gobierno español los veía o simplemente sospechaba pudieran abrigar en su corazón deseos de sacudir al yugo que agobiaba a nuestra patria, obligaron a los buenos cubanos a pensar en que era llegada la hora de hacer algo; pero algo que pudiera dar la libertad a Cuba por la que suspirábamos todos”.
Leer además: Logias masónicas cubanas del 1868
Mientras, en Jiguaní ejerció Calixto varios cargos públicos, entre ellos el de Alférez Comandante de la Sección de Voluntarios de Cataluña del Ojo de Agua, Vocal de las Juntas de Agricultura, Industria y Comercio, de la de Instrucción Pública, Sanidad y otras, habiendo sido electo Regidor, cuyo empleo ejercía cuando estalló la revolución. Pero esos puestos no le cerraron los ojos, sino que como él mismo dijo en su biografía “cansados estaban los ánimos de sufrir la ominosa dominación española, cada día más y más irritante con su manera de gobernar, en la cual el robo era la principal palabra, la degradación de empleados que no miraban a Cuba más que como una mina que debía ser explotada, los destinos de más importancia vendidos al mejor postor por los degradados ministros de la corona de España y como consecuencia de este sistema la poca estabilidad en los puestos públicos, la agricultura, gravada con impuestos que la hacían improductiva para los que tenían la desgracia de dedicarse a ella y la ruina de los cubanos en quiénes el gobierno español los veía o simplemente sospechaba pudieran abrigar en su corazón deseos de sacudir al yugo que agobiaba a nuestra patria, obligaron a los buenos cubanos a pensar en que era llegada la hora de hacer algo; pero algo que pudiera dar la libertad a Cuba por la que suspirábamos todos”.
Leer además: La masonería bayamesa en la formación de la nacionalidad cubana.
Pero
en verdad, “No era tarea muy fácil conspirar bajo la suspicaz vigilancia de un
gobierno que como el español imponía castigos severísimos a la más ligera
sospecha”, sin embargo nada detuvo a los patriotas, que comenzaron a organizar
una conspiración bajo el manto de una Logia Masónica creada en Bayamo.
Descarga: El proyecto independentista de 1868 y la masonería cubana. PDF
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