En:
“Documento para servir a la historia de la Guerra Chiquita”. (Archivo Leandro
Rodríguez). Publicaciones del archivo Nacional de Cuba. La Habana, 1949. Tomo
I, Págs. 42 a la 44.
MANIFIESTODEL
COMITÉ REVOLUCIONARIO CUBANO.
Calixto García Iñiguez |
En
los momentos en que nuestra querida patria alcanzaba el fruto de la abnegación
y los sacrificios de sus hijos, la infame traición de unos pocos, combinados
con los falsos halagos e insidiosas promesas del enemigo la han sumergido en un
espantoso abismo de miseria y degradación.
Si
los parricidas pretendieron clavar el puñal alevoso en el corazón de la patria,
entregándola maniatada a los pies del tirano, nosotros, verdaderos hijos de
Cuba, no podemos ni debemos consentir que se consume tan nefanda obra: y con la
fe en nuestro derecho y la confianza en Dios, la levantaremos de su postración,
colocándola en el puesto que está llamada a ocupar en el número de las
repúblicas independientes del mundo de Colón.
Cuba,
si bien está aletargada por el rudo golpe que ha recibido, no será tan profunda
su insensibilidad, que sus hijos, olvidando que son americanos, se sometan cual
siervos envilecidos a una eterna y degradante servidumbre, permitiendo que
nuestro suelo, regado con la sangre de nuestros hermanos, santificado con el
cruento sacrificio de los mártires, se convierta nuevamente en el anfiteatro
del crimen, de la barbarie y la corrupción, permitiendo que nuestra hacienda
continúe siendo el despojo de la codicia y la ambición de nuestros tiranos.
¡No!,
no podemos ni debemos consentir que nuestra patria sea la excepción de la
América, permaneciendo uncida bajo el pesado yugo de la dominación española. Es
imposible que no aspiremos a tener, como nuestros hermanos de las repúblicas
americana, una historia llena de grandiosos ejemplos de heroísmo y abnegación,
coronados con el triunfo de la independencia nacional, por lo cual se han sacrificado
ya 50, 000 cubanos, durante una titánica lucha de nueve años, que ha pretendido
oscurecer, inútilmente, un puñado de traidores, seducidos con falaces promesas
de mentidas libertades, que fue siempre la dádiva generosa del coloniaje
español en América.
La
libertad y la independencia son para los pueblos la savia que los vigoriza, la
base infalible de su progreso moral e intelectual. Con ellas Cuba gozará de un
puesto honroso en la comunidad de las demás naciones y a la par que ellas,
seguirá la senda de la civilización y el progreso. Sus habitantes, llenos de
noble orgullo y con la frente erguida, podrán presentarse ante el mundo
protegidos por una nacionalidad propia representada por su propia bandera.
Si
la independencia es la base de nuestra futura felicidad, ¿por qué no la conseguimos? ¿Qué nos falta para llevar
a cabo la grandiosa obra de nuestra emancipación? ¿Acaso la voluntad? No; pues
nadie ignora que la mayoría de nuestros compatriotas desea la independencia de
Cuba. ¿Acaso la fuerza, la abnegación, el patriotismo? Tampoco; porque con diez
años de terrible lucha hemos probado al mundo que sabemos pelar como valientes,
sufrir como mártires y morir como héroes; y que si España no hubiese apelado al
engaño, ayudada por los traidores, jamás nos hubiera podido subyugar por la
fuerza de las armas. Lo que nos falta es la armonía en nuestros trabajos,
unidad en nuestros esfuerzos. Conseguido esto, la independencia de Cuba será un
hecho consumado.
Convencidos
de esta verdad, organizamos nuestros trabajos para unir los elementos de todas
clases que hoy se encuentran diseminados, con los cuales, unidos a los que ya
poseemos y a los que mediante el patriotismo de nuestros hermanos podamos
conseguir, formaremos el plan general de operaciones para la nueva campaña
revolucionaria que debemos comenzar.
En
tal concepto, invitamos a todos los cubanos en cuyos corazones arda el fuego
sagrado de la patria, que nos ayuden en la difícil y ardua tarea que
emprendemos, para que unidos todos, levantemos el gran edificio de nuestra
independencia.
Congregados
con este objeto varios patriotas cubanos residentes en esta ciudad de Nueva
York, dispuestos a hacer hasta el último sacrificio si fuese necesario en aras
de la patria, después de varias sesiones preliminares constituyeron una
agrupación titulada Comité Revolucionario Cubano, el cual, en ejercicio de sus
funciones, tiene hoy el honor de invitar a las distintas agrupaciones cubanas
que aún están organizadas y a las que se organicen en lo adelante, a que
contribuyan de consuno a la realización de la empresa que nos proponemos a
acometer por medio de una organización general cuyo lazo de unión sea la
redención de Cuba, procediendo sin demora a los trabajos, fundados en las bases
constituyentes que insertamos a continuación:
BASES
1. En todos los pueblos de la Isla o
del extranjero donde existan partidarios de la independencia de Cuba y deseen
trabajar por ella, se organizarán agrupaciones patrióticas secretas con el
nombre general de Clubs revolucionarios.
2. Estos Clubs observarán las presentes
bases constitucionales, sin perjuicio de que cada uno forme su reglamento
particular adecuado a la localidad y a otras circunstancias que fuese necesario
tener en cuenta.
3. El objeto de estos Clubs será
trabajar por todos los medios conducentes al logro de la independencia de Cuba,
arbitrando y reuniendo recursos pecuniarios y elementos de guerra, o por medio
de la propaganda, generalizando y unificando la opinión en el pueblo o
conquistando nuevos prosélitos y simpatizadores que coadyuven al mismo fin.
4. El Comité Revolucionario Cubano de
New York, es el Centro de la organización general, con el cual estarán
relacionados todos los Clubs que se organicen en Cuba o en el extranjero.
5. Tan luego como en cada localidad se
reúnan cinco o más individuos dispuestos a trabajar por la Independencia de
Cuba, por medio de la revolución armada, se organizará el Clubs, eligiendo una
directiva compuesta de tres individuos, en la cual radicarán los cargos de
presidente, tesorero y secretario, participándolo inmediatamente al Comité de
New York para que éste le expida el correspondiente diploma y el número de
orden que ha dicho Clubs corresponda; así como un diploma especial a cada uno
de sus fundadores que lo acredite como tales.
6. En cada localidad se podrán organizar
uno o más Clubs con arreglo a la magnitud de la población.
7. Los Clubs se compondrán de miembros
activos y pasivos.Miembros activos son aquellos que además de contribuir con
sus recursos pecuniarios presten servicios activos al Clubs.Pasivos son aquellos
que simplemente contribuyen con recursos pecuniarios o elementos de
guerra. No será conveniente, para ser
miembro de esta clase, no residir en el lugar en que tenga su asiento el Clubs
Revolucionario.
8. Los trabajos de cada Clubs serán
secretos y sólo deberán ser conocidos del comité revolucionario cubano de New
York, a quien darán cuenta del estado de ellos cada quince días, haciéndole
además todas las observaciones y proposiciones que crean conveniente. Recomendando a las directivas de los Clubs,
que en todos sus actos, la más estricta e impenetrable reserva, es la base de
los resultados que se esperan de esta organización.
9. Todos los socios tendrán un
seudónimo que será al que se aluda en todas las comunicaciones de sentido
revolucionario, así como en los diplomas que expida éste Comité, a menos que el
interesado no quiera que se le expida con su nombre verdadero.
New
York Octubre de 1878.
Por
acuerdo del Comité
El
Presidente,
Calixto
G. Iñiguez[1].
[1] Calixto García ocupó la jefatura
del movimiento revolucionario denominado desde entonces Comité Revolucionario
Cubano desde septiembre de 1878. (Véase de Francisco Pérez Guzmán y Rodolfo
Sarracino “La Guerra Chiquita: una experiencia necesaria” Editorial Letras
Cubanas, 1982, págs. 72-95)
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