En:
Archivo Nacional de Cuba, Donativos y Remisiones, legajo 472, núm. 47. (Copia
mecanográfica con algunas notas de anexos.)
Cuartel
General, “Bijagüal”, octubre 27 de 1873.
Mi
estimado amigo:
He
recibido su carta fecha de hoy, junto con el manifiesto y documentos a que en
ella se refiere[1],
en los momentos en que el Ciudadano Salvador Cisneros me pasa un oficio
comunicándome que la Cámara de Representantes, en uso de las facultades que le
confiere la Constitución de nuestro país, ha depuesto a Vd. del cargo de Presidente de la República, confiriéndole a él, en calidad de interino, el
referido cargo.
No
me permitiré en estos instantes hacer a Vd. observación alguna sobre este
acuerdo, limitándome a acatarle y a hacerlo obedecer, como cumple al militar
que ha jurado obediencia a los Poderes Constituidos que funcionan dentro de la
esfera de la legalidad y al patriota que odia toda perturbación, y anhela
ardientemente el orden y la unión, como garantías indispensables para
conquistar y afianzar nuestra libertad.
Fija,
por otra parte, mi atención en las necesidades de la campaña y alejado
completamente de esa política palpitante que permite sondear y esclarecer las
cuestiones, penetrar las causas, apreciar los efectos y llegar, en fin, hasta
el fondo de la conciencia de este hecho, al presente, con los datos y el
detenimiento que su importancia exigen. Contestando ahora su atenta carta
referente a hacer públicas el manifiesto y los documentos que se acompaña, con
el objeto de ilustrar al pueblo y al Ejército de la verdad, para que ellos
manifiesten si quieren que él continué ejerciendo el cargo de Presidente y a
fin de presentar, en caso contrario, su dimisión, voy a manifestarle mi opinión
con la misma franqueza que he usado siempre.
Creo
que no hay motivo para que Carlos Manuel de Céspedes deje de considerarme su
amigo, y proceda en consecuencia.
Me
parece que la aludida manifestación es innecesaria, supuesto que tiene por
objeto conocer la opinión del pueblo y el Ejército sobre el asunto arriba
indicado, siendo así que la ha emitido por conducto de sus legítimos
representantes.
Lejos
de mí la idea de que pudiera ese manifiesto encerrar otros propósitos, y creo
firmemente que si Vd. hubiera tenido conocimiento del último acuerdo de la
Cámara en tiempo oportuno lo haría acatado, y guardando los precipitados
documentos, esperaría una situación normal y tranquila para presentarse ante el
pueblo a exponer todos los actos de su administración, y a descargarse de las
acusaciones que por ellas pudiera haberle dirigido la Representación Nacional.
Nada
más natural, pues, que yo devuelva a Vd. estos documentos sin darles la publicidad
que me indica.
Reflexiónelo
un poco y me lo agradecerá, porque nada le demuestra a Vd. tanto la sincera
estimación que lo profesa su afmo., igual amigo y h.
C.
G. Iñiguez
[1] El 27 de octubre Céspedes envió a
la cámara un manifiesto dirigido al Pueblo y al Ejército como la “única y
absoluta potestad soberana que reconozco” en directo enfrentamiento a la
reunión en desarrollo donde sabía se platearía su deposición del cargo de
Presidente. No obstante el 31 de octubre
redactó otro Manifiesto acatando el acuerdo, resultando con ello que dejaba sin
efecto el anterior documento. El
manifiesto del día 27 de octubre véase
en Carlos Manuel de Céspedes. Escritos.
tomo II, p. 322. Véase además: Carlos
Manuel de Céspedes. El Diario Perdido. pp. 129-139.
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