martes, 27 de noviembre de 2018

Calixto García Iñiguez - Correspondencia / Carta a Leoncio Prado del 14 de julio de 1879.



En: “Documentos para servir a la historia de la Guerra Chiquita” (Archivo Leandro Rodríguez). Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, La Habana, 1949, Tomo II, pág. 152 y 153


COMITÉ REVOLUCIONARIO CUBANO
New York 14 de julio de 1879.
Sr. Leoncio Prado[1]
Distinguido Sr. y  amigo:
El “Comité Revolucionario Cubano”, impuesto por mí del resultado de la entrevista que, comisionado por él, tuvo el honor de celebrar con Vd., con objeto de que se sirviese manifestarme lo cierto respecto de haber dispuesto del armamento existente en Jamaica, que le fue entregado por el extinguido comité revolucionario de la emigración de New York con el fin de auxiliar a los cubanos en armas después del convenio del Zanjón; como asimismo lo tocante a hallarse en posesión, para enviarlas al Perú, de las cuatrocientas mil cápsulas pertenecientes a la revolución de Cuba, que conservaba en su poder el Mayor General José Antonio Maceo, acordó en sesión de once del corriente, honrarme con el encargo de dirigir a Vd., la presente comunicación[2].
El Comité ha visto con especial complacencia la digna determinación de Vd., de no usar el armamento de Jamaica a que aludí al principio, dando orden para que sea entregado al Brigadier Gregorio Benítez, agente del Comité en aquella Isla, y ofreciendo para el caso de que hubiese sido extraído de ella, devolverlo del punto en que se hallare.
Satisfecho el Comité de la pureza de los sentimientos que siempre animaron y animan a Vd., por el bien de la causa de Cuba, acreditados en un largo período de útiles y constantes trabajos y servicios, ya por sí solo, ya como uno de sus miembros más útiles y activos; se atreve a someter a la consideración de Vd.,los perjuicios que se irrogarán a esa causa, a que con tanto amor hubo de consagrarse, de privarla de las ventajas que le produciría en cualquier tiempo la posesión de valioso recursos que, desde luego, constituyen par ella las cuatrocientas mil cápsulas de que, según se dignó Vd., explicarme, hace por su cuenta un gratuito presente a la República del Perú, el General José Antonio Maceo, en cuyo poder se hallaban, como agente que fue en el exterior del último Gobierno que existió en Cuba.
A la ilustrada inteligencia de Vd., cree el comité no puede ocultarse que al General Maceo no asiste derecho para distraer en ningún sentido, ni de modo alguno, de su exclusivo objeto de servir a la revolución de Cuba, los elementos de guerra que guardaba, únicamente, como simple depositario. 
Tampoco juzga que pueda Vd., desconocer que esos elementos, relativamente de gran valía para Cuba, serían de muy poca significación para la República del Perú en la lamentable contienda que actualmente sostiene con la de Chile.
El Comité, que reconoce con profunda gratitud los servicios, así morales, como materiales con que desde los primeros días del nacimiento de la República de Cuba, le hizo la del Perú descollando en esta senda, entre todas las demás naciones hermanas de la América Latina, entiende sin embargo, y espera que Ud. lo estime justo, que a los cubanos, como colectividad, en una cuestión entre dos Repúblicas hermanas, que lo son también de la de Cuba, no les es dado tomar parte en ningún concepto que no sea el de mediadores o conciliadores, y que por tanto el presente del General Maceo, en todo caso, deberá ser considerado como acto particular suyo y no como demostración del pueblo cubano, aunque los elementos de que ha dispuesto se hallasen en su poder, a virtud de haber tenido en el exterior la representación de la República de Cuba.
El Comité, que sinceramente ha lamentado la separación de Vd. de su seno, pero que obrando en justicia, aplaude la pureza de patriotismo que en estos momentos le impele a dar la preferencia a su patria nativa, no puede imaginarse que por ello se halla disminuido su afecto y entusiasmo hacia la santa causa de la libertad de los restos esclavizados de la América Latina, hiciéronle adoptar, y espera que consecuente con ellos, tratará de evitar los resultados poco favorables a la revolución de Cuba, que se originarán de privarla de los elementos que custodiaba el General Maceo.  
Bien sabe el Comité que carece de derecho para solicitar que se le entreguen dichos elementos; aunque, ocupándose como así duramente se ocupa con el beneplácito de una gran parte de sus compatriotas, en el propósito decidido de llevar adelante la revolución de Cuba, no dejaría de ser plausibles el ayudarle con ellos en su intento. Empero, reduciéndose a los límites de sus facultades por la severa línea de su deber, y contando ante todo con la lealtad de los sentimientos que han guiado el proceder de Vd. respecto del armamento de Jamaica, se atreve a encarecerle que, por lo menos, se sirva conservar las cuatrocientas mil cápsulas, entregadas por el General Maceo, con destino al primer movimiento revolucionario que inicie la prosecución de la guerra de independencia de Cuba, a cuyo advenimiento no cabe en los cálculos políticos fijar un término de mayor o menor proximidad, atendidas las circunstancias en que constituyen al país su estado de malestar general, el de violeta excitación en que se encuentra, y el resultado, más o menos inmediato, que vayan ofreciendo los incesantes esfuerzos del Comité.

Tengo el honor de saludar a Vd. con mi más alta consideración y afecto.

Patria y Libertad
(Fdo.) Calixto G. Iñiguez




[1] Leoncio Prado Gutiérrez (Huánuco, 24 de agosto de 1853 - Huamachuco, 15 de julio de 1883) fue un marino peruano que participó en diversas guerras contra España, en Cuba y Filipinas. Murió en 1883 al final de la Guerra del Pacífico, luego de la Batalla de Huamachuco. En su memoria se han creado diversas instituciones peruanas como el Colegio Militar Leoncio Prado. Su padre fue el presidente del Perú Mariano Ignacio Prado y su hermano Manuel Prado Ugarteche también fue presidente de su país en dos periodos.

[2]Las cápsulas se hallaban bajo la custodia de Antonio Maceo y este las había entregado en junio de 1879 al revolucionario peruano Leoncio Prado que marchaba a pelear a su país, entonces en guerra con Chile. Para tomar esa decisión Maceo pensó que el inicio de la lucha en Cuba tardaría por lo menos un año, sin embargo el estado de preparación de la guerra estaba avanzando y en agosto de 1879 los orientales se levantaron en armas.

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